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Ricardo Morales, dircom de los agustinos: "La Iglesia no puede ser ajena a lo que está pasando"

Actualizado: 16 ene 2023

En un curso extraordinario dentro de la vida de la Iglesia, con la JMJ de Lisboa y el Sínodo de los Obispos a la vuelta de la esquina, conversamos con el nuevo dircom de los agustinos en Roma y los objetivos en el terreno comunicativo para la Orden

El pasado 3 de octubre, el periodista español Ricardo Morales Jiménez comenzaba su andadura como nuevo director de comunicación en la nueva oficina de la Curia en Roma.


Con el respaldo del Prior General, quien se ha dirigido a los superiores y oficinas de comunicación de la Orden de San Agustín a propósito de la constitución y puesta en marcha de la oficina internacional de comunicación, el padre Alejandro ha querido destacar la importancia de esta nueva realidad a la hora de contribuir a la unidad y conocimiento de la Orden, apoyar a los equipos de comunicación que conforman nuestras circunscripciones, difundir la espiritualidad agustiniana y fomentar la relación con distintas realidades eclesiales.


“Queremos una estructura comunicativa profesional, eficaz y decidida”, asegura el padre Alejandro.


Ricardo, ¿cuál es tu impresión de este primer mes a cargo de la oficina de la Curia General?

¡Hay mucho trabajo por hacer! Arrancar un proyecto de esta envergadura, con tantas implicaciones, con tantas singularidades a las que hay que atender y entender, es una aventura apasionante. Ha sido muy grata la acogida y confianza que me han transmitido tanto los asistentes generales como el padre Alejandro en este aspecto. Me han apoyado desde el primer momento para disponer de la información necesaria para tener un primer vistazo sobre la riqueza y densidad de las acciones de la Orden en el mundo entero.


¿Por qué es necesaria una oficina internacional?

Es algo detectado desde hace tiempo, desde el Capítulo General Ordinario de 2019 y que, en el último Capítulo General Intermedio de San Diego, ha terminado por definirse. Es imprescindible, para una realidad eclesial tan rica como es la que conforman los agustinos, disponer de una oficina de comunicación profesional y a disposición de toda la Orden. Va a ser un camino largo, no exento de complicaciones, pero estoy convencido que va a dar fruto -esperamos que en abundancia- si sorteamos algunos escollos internos y externos.


¿Por ejemplo?

Me refiero a mal interpretar la autonomía con la independencia, la duplicidad de procesos con un malentendido celo apostólico. Ahí fuera, bien lo saben los frailes, religiosas, misioneros, laicos y otros miembros que conforman la familia agustiniana, hay una comunidad sufriente que espera que le demos la única réplica verdaderamente fecunda: el amor hacia el otro. Esta forma de mirar a la realidad trasvasa los muros de la propia Iglesia, apela a una necesidad intrínseca de nuestra condición. Es ver, en definitiva, a ese “Otro” en el otro del que hablaba Kapuscinski.


Disponemos de un patrimonio espiritual de un valor incalculable para la Iglesia y para el hombre de hoy. Hay que redoblar los esfuerzos para hacer salga a la luz sin adornos

¿Cuáles son las primeras medidas que se van a llevar a cabo?

Estamos ejecutando los pasos de un plan de comunicación extenso, rico, elaborado durante este último año y que abarca las principales urgencias que, en este aspecto, hoy por hoy, tiene la Orden. Por un lado, vamos a ampliar la frecuencia de los boletines informativos que salen de la curia, trasladando la voz y figura del General como signo de unidad. A su vez, dinamizaremos las redes sociales, armonizaremos criterios estéticos y de imagen corporativa en colaboración con el resto de las oficinas. Por otro lado, queremos proponer un trato fluido con todos los responsables de comunicación de la Orden y renovar la página web; agregando un apartado de noticias de las provincias, vicariatos y circunscripciones donde nuestros religiosos, religiosas y seglares hacen una inmensa labor pero que, lamentablemente, no llega a los fieles y a los interesados en nuestra misión tanto como querríamos. Este es un punto fundamental. Disponemos de un patrimonio espiritual de un valor incalculable para la Iglesia y para el hombre de hoy. Hay que redoblar los esfuerzos para hacer que lo realmente noticiable de nuestra vida comunitaria, lo más luminoso, lo que provoca que las vocaciones se sigan expandiendo en los lugares más recónditos del mundo cuando en Europa parece que languidece la palabra de Cristo, salga a la luz con lo que es, sin adornos ni algarabía, pero sí con la decisión de que esto es un bien. Somos seres narrativos, constituidos por la Palabra. Esto hay que hacerlo notar.


Más allá del trabajo en la comunicación interna y externa de la curia, ¿hay alguna novedad que vayan a proponer a los distintos territorios de la Orden?

Sí, claro. Desde apoyar en todo lo necesario la creación de talleres digitales para formar a nuestras comunidades (que ya está en marcha en Sahagún, por ejemplo), hasta poner de relieve todo lo que se genera dentro de la Orden. También vamos a ir sacando las actividades del Instituto Patrístico Augustinianum, de nuestro Archivo General -que posee documentación de la Orden desde hace casi 8 siglos y que es un tesoro por compartir-, del trabajo del postulador de la Orden... Al mismo tiempo estamos preparando el borrador de un protocolo de actuación general para casos de crisis, apoyándonos con otras realidades eclesiales que nos sacan varios codos de distancia y que con su ejemplo ponen de manifiesto, día tras día, que una comunicación profesional, transparente, efectiva, afectiva y diligente -tal y como recogía el Prior General en su última carta- es la diferencia sustancial para hacer las cosas bien y no ir a remolque de relatos que cargan contra nosotros y que muchas veces son ciertos, sí, y hay que saber acogerlos con humildad y reconociendo nuestras limitaciones y mala praxis, pero que en otras ocasiones hacen daño a la institución con historias parceladas, imprecisas o incluso abiertamente falaces. Lo acontecido con uno de nuestros colegios mayores en Madrid, con todo el revuelo mediático y político que ha habido, es un ejemplo de estos dos aspectos. Esta situación nos tiene que hacer ver que la Iglesia está en el mundo, permeada de su belleza y su miserabilidad, y que aquí no toca otra más que remar todos en la misma dirección para robustecer la promesa que nos ha sido dada; aparcando posicionamientos inanes que solamente siembran división y discordia.


¿Cómo se van a ir acometiendo estos cambios?

Escuchando, rezando y haciendo. Hemos demostrado que hay muchas cosas que se han hecho bien en momentos complicados para la Orden. Y esto es de aplaudir porque cada vez que acertamos, ganamos en credibilidad. Al final seguimos las enseñanzas y ejemplos de vida de nuestro padre san Agustín, de los santos de la Orden, de nuestros superiores y, sobre todo, de la verdad que emana el Evangelio. Esto, ante un contexto sociocultural que, para qué vamos a negarlo, tiene en el punto de mira lo que la Iglesia hace o deja de hacer, lejos de ser un hándicap, deberíamos verlo como una oportunidad inmensa para ir en comunión entre nosotros, con nuestros hermanos de fe y con la Iglesia; saliendo al encuentro del hombre de hoy. Tenemos una ocasión magnífica para llevar a cabo esa “revolución serena, tranquila, del sentido común” que propone Gregorio Luri. De lo contrario, caminamos hacia un Macondo estéril, hermético, endogámico y corrupto que no acaba en otro lugar sino en la disolución. La Iglesia necesita profesionales de la comunicación que le dediquen mucho tiempo y mucha fe a lo que están haciendo. Así se crece cualitativamente; así van llegando las gracias del Señor por añadidura en nuestro trabajo. Esto es lo que verdaderamente importa.


 

Sobre Ricardo Morales (Alicante, España. 1989). Licenciado en periodismo con título propio en Comunicación Integral por la Universidad Francisco de Vitoria; centro en el que está cursando en la actualidad el último curso del máster de Humanidades. Posgrado en Dirección y Gestión de Empresas por la EAE Business School, comenzó su andadura en los medios de comunicación al poco de terminar la carrera con la revista de actualidad, cultura y pensamiento cristiano Democresía; reconocida en el panorama español como mejor espacio web de “Opinión” y de “Actualidad” por los premios Bitácoras y 20 Minutos en los años 2015 y 2016.


Durante su trayectoria ha sido responsable de comunicación de la Fundación V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Del mismo modo, ha participado en la actualización digital y elaboración de contenidos tanto para la Agencia SIC como la Revista ECCLESIA de la Conferencia Episcopal Española. Formó parte del equipo internacional de comunicación dentro del apartado audiovisual durante el proceso de renovación del Regnum Christi tanto en las asambleas y convenciones de España como de Roma. Ha cubierto las dos últimas Jornadas Mundiales de la Juventud además de haber realizado distintos reportajes periodísticos en la frontera con Bielorrusia, México, Marruecos y China.


Su último puesto fue como jefe de las secciones de Familia y Religión durante la refundación del diario El Debate

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