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Un viaje a los tesoros del Archivo General de la Orden

De la mano del P. Andrés Gómez, Archivero General de la Orden de San Agustín, conocemos algunas de las piezas documentales más valiosas que la Curia General custodia en Roma



Junto a la Plaza de San Pedro, al lado de la escalinata del Patrístico, el P. Andrés nos aguarda.


Tras recibir una formación profesional en Biblioteconomía y Archivística y trabajar en algunas bibliotecas y archivos eclesiásticos, hace algo más de dos años el P. Andrés fue llamado desde su Provincia de origen (Nuestra Señora de Gracia de Colombia) para asumir la misión de conservar, valorar y transmitir el patrimonio documental que custodia la Curia General de la Orden.


“Jamás llegué a imaginar que tendría el inmenso honor y privilegio de hacerme cargo del Archivo General”, nos señala el P. Andrés.  


Desde entonces, su responsabilidad se extiende al cuidado de los casi 400 metros lineales de documentación contenida en el Archivo entre pergaminos cuya datación se remonta a inicios del siglo XIII, documentos de los distintos gobiernos generales desde el siglo XV al XX, una importante colección de manuscritos relacionados con la historia de la Orden, obras de frailes agustinos y colecciones homiléticas, mapas, planos, libros litúrgicos de la Orden, libros incunables, algunos facsímiles, una importante colección fotográfica, numismática entre otros materiales que componen este archivo eclesiástico privado que abre sus puerta a los hermanos de la Orden y a aquellos investigadores acreditados que desean profundizar en la historia de la Orden. 



El Bulario de la Orden


Se trata de una de las colecciones más valiosas con las que cuenta el Archivo General de la Orden y que alberga cerca de 700 bulas en pergamino, entre originales y copias, que dan razón de la relación de la Orden con la Sede Apostólica.  Entre esta colección se encuentran bulas como la Incumbit nobis y la Licet Ecclesiae Catholicae que seguramente todo fraile agustino en algún momento de su formación escuchó mencionar y que dan razón del proceso que confluye en la gran unión reconocida jurídicamente por el Papa Alejandro IV particularmente a través de la bula Licet Ecclesiae Catholicae.  “Son documentos valiosísimos”, nos indica el P. Andrés. “En ellos podemos encontrar datos fundamentales de nuestra historia, de los privilegios y de las notas características de nuestro servicio a la Iglesia como Orden mendicante”.



Las cartas Rocca


Hacia finales del siglo XVI, Angelo Rocca, el entonces secretario general de la Orden, hombre de gran cultura, visitó en un largo viaje, junto al Padre General Spirito Anguissola, los conventos agustinos de la Italia meridional. Fue ahí cuando pidió a historiadores locales, escribanos e ilustradores la confección de esta singular y exquisita colección repleta de colorido, detalles y recovecos con los rincones de los pueblos y ciudades que iba visitando.  


Arquitectos, historiadores del arte, académicos e investigadores se han acercado a estos documentos para estudiar las descripciones, ubicar en los mapas las murallas, iglesias e incluso  algunos vestigios de antiguos edificios del Imperio Romano en las ciudades visitadas por el Padre Rocca.


A día de hoy, las descripciones y los mapas de Rocca son una de las colecciones más consultadas del Archivo.



Los manuscritos de la monja Maria Agnese de Foligno


Una de las obras manuscritas que nos muestra el P. Andrés en el despacho son los cuadernos espirituales de la monja agustina Maria Agnese Carandente de Foligno. Una documentación aportada hace poco por el P. Pietro Bellini, historiador agustino, que seguramente poseerá una riqueza singular contenida en las reflexiones de esta hermana sobre la vida espiritual y contemplativa propia de las monjas de la Orden. 


“Tenemos que cuidar aquello que tenemos, que nos han legado nuestros hermanos mayores”, señala tras mostrarnos las estancias que conforman el Archivo General. “Aquí encontramos por escrito nuestra memoria histórica, nuestra vida comunitaria, la vivencia de nuestro carisma con sus retos y dificultades, las que hemos debido afrontar como agustinos a lo largo de estos casi ochocientos años de historia. Valorizar y transmitir este patrimonio documental a todos aquellos que lo deseen, especialmente a nuestros hermanos y hermanas de la Orden es nuestro principal cometido”. 






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