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El Papa León XIV en el 188 Capítulo General de la Orden: “La vocación religiosa se trata ante todo de una aventura de amor con Dios”

  • hace 3 días
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El Papa León XIV llegó la mañana del 15 de septiembre a la sala en la que estaban reunidos los padres capitulares. Al unísono, nuestros hermanos agustinos se pusieron en pie para cantarle a Su Santidad el cumpleaños feliz tanto en italiano como en inglés. El Santo Padre cumplía setenta años la víspera, el domingo 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz. Y esta bienvenida fue un momento entrañable con una mezcla de solemnidad y familiaridad. En sus palabras subrayó que es crucial cultivar la interioridad para reforzar la misión; insistió en la importancia de la humildad como actitud que lleva a la comunión y explicó que es el amor y no las normas lo que está en la base de cualquier propuesta vocacional, tal y como muestra con su vida, el propio San Agustín.


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Terminada la felicitación, el Santo Padre agradeció la generosidad del Prior General saliente, el P. Alejandro Moral, y pidió a los agustinos de todo el mundo que apoyen, también con sus oraciones, al recién elegido Prior General, el agustino estadounidense P. Joseph L. Farrell, subrayando que este servicio a la Orden cada vez conlleva una mayor complejidad.


El Capítulo General es una ocasión para orar juntos y reflexionar sobre el don recibido, sobre la actualidad del carisma y también sobre los desafíos y problemáticas que interpelan a la comunidad. “Mientras se desarrollan las diversas actividades, celebrar el Capítulo significa ponerse a la escucha del Espíritu -señaló el Papa León XIV-, en cierto modo en analogía con lo que decía nuestro padre Agustín al subrayar la importancia de la interioridad en el camino de la fe: «No salgas fuera de ti, vuelve a ti mismo: la verdad habita en el hombre interior» (De vera religione, 39, 72)”.



Pero volver a uno mismo, lejos de significar una huida de las responsabilidades, sirve como renovación del impulso espiritual y pastoral: “Regresen a ese primer amor de su vocación, a la fuente de la vida religiosa y de la consagración, para poder ofrecer luz a quienes el Señor pone en nuestro camino. Se redescubre la relación con el Señor y con los hermanos de la propia familia religiosa, porque de esta comunión de amor podemos extraer inspiración y enfrentar mejor las cuestiones de la vida comunitaria y los desafíos apostólicos”.


De todas las cuestiones sobre las que han trabajado los padres capitulares en estas dos intensas semanas de trabajo en sesiones plenarias y por grupos, León XIV hizo especial hincapié en las vocaciones y en la formación inicial. Y en este sentido quiso recordar aquella exhortación de San Agustín: «Amen lo que serán» (Sermón 216, 8).


“Una aventura de amor con Dios”


La cuestión vocacional es probablemente uno de los grandes retos que se le plantean a la Iglesia en su conjunto, no solo a la Orden de San Agustín. El Santo Padre se refirió al error de pensar en la formación religiosa como un conjunto de reglas que se deben observar, o de cosas que se deben hacer.


Lo más importante es no perder de vista que en el centro de todo está el amor, ya que la vocación nace sólo cuando se percibe la atracción de algo grande, de un amor que pueda nutrir y saciar el corazón: “Por eso, nuestra primera preocupación debería ser ayudar, especialmente a los jóvenes, a vislumbrar la belleza de la llamada y a amar lo que, al abrazar su vocación, podrán llegar a ser. Se trata ante todo de una aventura de amor con Dios”.


El Papa explicó que también Agustín colocó el amor en el centro de su búsqueda espiritual e intelectual y que al conocimiento de Dios nunca es posible llegar solo con la razón y con un conjunto de informaciones teóricas. Ya que se trata, ante todo, de dejarse sorprender por su grandeza, de encontrar la huella de Dios en cuanto sucede y sobre todo, de amarlo y de hacer que sea amado. 


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Humildad


En sus palabras en el auditorio del Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum, el Santo Padre quiso recordar, como ya hiciera en la Misa de Apertura del 188 Capítulo General, un concepto fundamental en la vida religiosa que nunca caduca: la humildad.  

“A quienes estudian -dijo- San Agustín sugiere generosidad y humildad, que nacen precisamente del amor; de la generosidad de comunicar a los demás sus propias investigaciones, para que estas beneficien su fe; la humildad para no caer en la vanagloria de quien busca el conocimiento por sí mismo, sintiéndose superior a los demás por el hecho de poseerlo”.


Caridad


En la esencia de la espiritualidad agustiniana está también la vida comunitaria, cuyo testimonio tiene un gran impacto en un mundo con tendencia a encerrarse en sí mismo, a dejarse llevar por un individualismo atroz que nos separa de Dios y del otro; hecho, en palabras del Santo Padre, del que no está excluida en poder llegar a caer los miembros que hacen posible la experiencia comunitaria en la Orden. “El don inefable de la caridad divina es lo que debemos tener presente si queremos vivir plenamente también la vida comunitaria y la actividad apostólica, compartiendo nuestros bienes materiales, así como los humanos y espirituales. Permanezcamos fieles a la pobreza evangélica y hagamos que se convierta en el criterio para vivir todo lo que somos y lo que tenemos, incluidos los medios y las estructuras, al servicio de nuestra misión apostólica”.



Vocación misionera

Desde la primera misión en 1533, los agustinos han anunciado el Evangelio en muchas partes del mundo cuidando de las comunidades cristianas locales, dedicándose a la educación y a la enseñanza, a la promoción de la cultura y del Evangelio, entregándose por y para los últimos, los descartados, con las numerosas obras caritativas y asistenciales que la Orden ha llevado y sigue llevando a cabo en las circunscripciones donde está presente. El Papa dijo con firmeza, con serenidad, que este espíritu misionero no debe apagarse y que es necesario que esté acompañado de alegría humilde, de disponibilidad para el servicio y disposición para compartir la vida del pueblo de Dios.


Tras su discurso, el Papa León XIV se puso a la escucha de los hermanos capitulares que le trasladaron una serie de cuestiones muy variopintas sobre el devenir de la Iglesia, el rol de la vida contemplativa en la Orden y la respuesta que, desde la espiritualidad agustiniana, ha de darse “a los dolores del mundo”.


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San Agustín: una teología encarnada para descubrir a Dios en nuestra humanidad


Tal y como explicaba el Santo Padre, en la vida, a menudo los motivos de celebración coinciden con los momentos de dificultad y esto lleva a muchas personas a la pérdida del sentido de la vida o a crisis de fe profundas. “Como agustinos, la respuesta viene de nuestra cercanía a las personas, para reír o llorar con ellos -señaló-. San Agustín no escribe una teología teórica, sino una teología encarnada y habla de cómo descubrir la presencia de Dios en nuestra humanidad”.


El Papa llevó de nuevo la reflexión hacia el corazón de lo auténticamente agustiniano, en este caso, hacia la vida comunitaria, invitando a una verdadera comunión de vida, para celebrar y llorar juntos; para poder dar testimonio también desde la vida con nuestros hermanos, de Jesús muerto y Resucitado.



Los representantes en el capítulo de las circunscripciones con presencia en África quisieron saber qué espera el Papa de ellos, a lo que el Papa León XIV respondió que la vitalidad de la Iglesia en África es una riqueza para la Orden. Les recordó que es fundamental que jóvenes y mayores estén en diálogo, haciendo valer su presencia, su entusiasmo y la juventud de sus vocaciones para apoyar a aquellos territorios que atraviesan una situación de repliegue y escasez vocacional: “En la Iglesia y en la Orden necesitamos escucharnos los unos a los otros mejor; jóvenes y mayores, raíces y tradición, para ver qué podemos ofrecer y testimoniar”.


A los religiosos agustinos jóvenes que han asumido puestos de cierta responsabilidad y liderazgo dentro de la Orden, el Santo Padre señaló como guía para perseverar en el bello y complicado camino de la fe la oración, el apoyo en nuestros hermanos y la amplitud de miras; aunando humildad, tesón, pasión y capacidad de liderazgo para hacer frente a los momentos difíciles. 


El "tesoro" de la vida contemplativa femenina en la Orden y para la Iglesia


Tres madres agustinas han representado y dado a conocer al 188º Capítulo General, la labor delicada, hermosa y capital que nuestras hermanas acometen en lo callado a las cinco federaciones de agustinas del mundo. El Santo Padre  subrayó que la vida contemplativa es “un tesoro” de un gran valor para la Orden y la Iglesia; asegurando a su vez que quizá, a lo largo de su historia, no había sido debidamente considerada o promovida. “Tenemos que reconocer la gran riqueza que la Orden ha tenido con su presencia y con sus diferentes carismas. La Iglesia no puede vivir exclusivamente de los clérigos, de los varones. La presencia de la mujer es de una gran importancia en muchos campos, no solo en la vida contemplativa y consagrada”.


Al terminar el diálogo, los padres capitulares, las religiosas y los laicos que participaron en el Capítulo pudieron uno a uno saludar al Santo Padre y compartir unos breves instantes con él.  


Una visita esperada, deseada, que renovó y dio aliento a los padres capitulares y a todas las realidades que conforman la Orden que durante la jornada del 15 de septiembre estuvieron junto a él. En un tiempo marcado por desafíos y oportunidades de toda índole, su mensaje fue claro: sólo desde la interioridad, la humildad, la caridad y la comunión fraterna podrá la vida consagrada seguir siendo luz en medio del mundo. 

El Capítulo General se muestra por tanto como una asamblea comprometida con la misión encomendada por la Iglesia a la Orden. Un tiempo de gracia que nos ayuda a redescubrir, juntos, el corazón del carisma agustiniano.




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