Tras dos semanas y más de 2.500 kilómetros montaña y selva a través, recorriendo sus hermosos parajes, parroquias, casas y comunidades, el asistente general para América del Sur, el padre Alexander Lam, nos narra su visita a la Provincia de San Miguel de Ecuador
“A pesar de algunos retiros propios de la edad y la salida de la Orden de algunos hermanos, han ingresado nuevos jóvenes frailes, de manera que, tenemos al menos tres religiosos en casi todas de las siete comunidades de que disponemos”.
El padre Lam nos narra desde el aeropuerto de Quito alguna de sus experiencias de su última visita pastoral. Una oportunidad, como siempre, de mostrar la cercanía del Padre General, su Consejo y toda la Orden en el trabajo ordinario para sacar la misión adelante.
“He visto un esfuerzo grande en los frailes de querer “sentir con la Provincia”, de querer colaborar, de poder buscar caminos de acercamiento hacia relaciones más fraternas y cercanas”.
A pocos meses de la celebración del próximo Capítulo Ordinario, el asistente general ha querido destacar las tareas acometidas y lo que está por venir.
A nivel educativo, el colegio de Guayaquil, “recién remozado”, está llevando a cabo una importante tarea. En la misma ciudad, los agustinos gestionan, coordinan y promocionan el voluntariado del Señor de la Buena Esperanza, una iniciativa que da diariamente alimentos a más de 800 personas en situaciones de extrema vulnerabilidad.
Junto a la acción educativa, social y pastoral hay “una intensa y rica actividad parroquial" -cada una con su estilo-, que permite decir de la Provincia que “está haciendo un buen trabajo”. “Paulatinamente se está buscando una mejor gestión de las economías locales y se han dado pasos hacia una mejor administración de los recursos provinciales, y así se está pudiendo lidiar con el empuje del gobierno”.
“Hay una casa de formación que todavía tiene mucho margen de crecimiento, de profundización. Tenemos que mostrar nuestra cercanía y acompañamiento y seguir animando a nuestros hermanos”, apuntaba el padre Lam. “Ha sido verdaderamente una experiencia muy hermosa, fraterna, enriquecedora y llena de esperanza”.
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