Decía la fotógrafa Guadalupe de la Vallina, en una melopea con jóvenes humanistas católicos hace ya unos años en Madrid, que “no hay nada más sexy que la verdad”.
Si esa verdad, transmitida a lo largo del transcurso de la historia, de generación en generación, como ese repositorio místico que nos explica desde el momento mismo de nuestra concepción, está además sostenida por una autenticidad a prueba de bombas, lo más probable es que aquel o aquella que la encarne será alguien que querrás conservar el resto de tu vida.
Véase esto con el otro, entre las consecuencias del amor o en relación con Jesús.
El Encuentro Juvenil Agustiniano de Lisboa ha convocado a casi trescientos chicos y chicas durante cinco días repletos de talleres, actividades, largos momentos de oración y peregrinaciones como la realizada al Santuario de Fátima.
También hubo hueco para “armar lío” antes de que el Papa Francisco huela la desembocadura del Tajo; convocando el eco de Freddy Mercury en Wembley después de salir de la Iglesia de Portela; revisionando a los White Stripes en la de Gracia con eso de “yo soy de los agustinos”; bailando al son de Puerto Rico -hábitos inclusive- bajo silbatos cariocas y el bullicio alegre de norteamericanos, belgas, filipinos, costarricenses, venezolanos, españoles, bolivianos, chilenos, checos, colombianos, australianos y Curia General, que se sumó a la hora de regar el aire con piropos a María.
Aquel estallido momentáneo de júbilo fue promovido, cuando supimos que nos tocaba estar treinta minutos mano sobre mano hasta que la policía pudiera custodiarnos hasta la sede del Encuentro, de manera discreta por el P. João, coordinador general del EJA Lisboa 2023: “Que bailen, que canten, que disfruten mientras tanto. ¡Entretenedlos!”.
“Gracias a Dios por el don de cada uno de vosotros”
Durante la última jornada del EJA, el P. Alejandro pudo estar con los chicos de la Orden y recoger cada una de las preguntas que por espacio de una hora le formularon al Prior General.
“Llevo desde 1992 participando en estos encuentros y puedo decir que he visto un grupo muy unido y muy maduro al hablar con vosotros”, aseguraba el P. Alejandro. “No sé si los religiosos somos capaces de hacer oraciones tan profundas como las que habéis estado haciendo. Doy las gracias a Dios por el don que sois cada uno de vosotros”.
A pesar de que no hubo tiempo para atender cada una de las cuestiones planteadas al Padre General, el P. Alejandro se comprometió públicamente a abordar junto a su Consejo las inquietudes expuestas por los participantes del EJA en materia pastoral, vocacional o sobre los retos que los agustinos tienen encima de la mesa de cara a su futuro dentro de la Iglesia.
“Tenemos un carisma riquísimo que hay que saber custodiar y promover”. “Dicen en el anuario pontificio de nosotros, los agustinos, que nuestro carisma es la unidad en la caridad. Tenemos otros muchos aspectos, claro que sí, pero esto es lo que veo que más aprecian otros superiores con los que me encuentro cada vez que les hablo de San Agustín. Muestran un respeto y aprecio enorme a la riqueza de nuestra espiritualidad”.
“Os invito a vivir sin miedo -continuó desde el atril el P. Alejandro-. La imprudencia asociada a la juventud por tener ganas de hacer cosas y de hacerlas intentando dar lo mejor de vosotros se puede perdonar. Pero no podemos dejar de vivir. ¡Vivamos la vida intensamente! Tendremos caídas, sí, pero como nos dice San Agustín, no cabe otra más que levantarse y seguir caminando”, haciendo una apelación directa al lema de este EJA.
Acto seguido, el P. Alejandro, en respuesta a la pregunta planteada por uno de los grupos del Encuentro, habló de la singularidad de Dios, “antiguo y nuevo”, y sobre nuestra vida, entendida como “una peregrinación hacia el encuentro con Él”. Para ese encuentro, el Prior General habla de la importancia de crecer en nuestra interioridad: “No nos conocemos. Es difícil saber quién soy yo. Por eso es importantísima la interioridad de la que hablan ustedes para reconocerme en mis actos”.
Por último, antes de despedirse afectuosamente de los chicos, el Padre General recordó la ternura agustiniana recalcando lo fundamental de “querernos de verdad porque, quien ama y respeta al otro de verdad, siempre perdona”. “Esto, jóvenes del EJA, es lo que más llena nuestro corazón porque entendemos que amándolos, Dios me ama a mí también”. “Por eso os pido lo siguiente: amad intensamente, con pasión, con respeto, desde la caridad. Gracias”.
La emoción en la Iglesia de Gracia
El convento agustino de la Iglesia de Gracia acogió una de las veladas más especiales dentro de este EJA. Tras comer en su centenario claustro, espejo de piedra del recorrido histórico de la Orden en Portugal, tuvieron los participantes del Encuentro la ocasión de celebrar la Misa de Acción de Gracias con el Padre General.
Momentos emocionantes, tal y como manifestó el Prior General, el P. Miguel Ángel San Gregorio -que recordó a las dos comunidades de agustinos que se han volcado en la organización- o el P. Daleng, que quiso agradecer, de forma especial, al P. João, y a todos los implicados, resaltando la figura de los voluntarios portugueses donde algunos, nada más concluir el último acto del EJA, han vuelto derrengados a sus puestos de trabajo porque sus “días libres” han terminado volcándose con toda su entrega, alegría y corazón al feliz desenlace del Encuentro.
Por su parte, el Asistente General para Europa del Sur, el P. Javier Pérez Barba, ha querido compartir con la oficina de comunicación desde Lisboa sus impresiones de los momentos vividos en la Misa, donde resonaron los ecos de gratitud de los jóvenes, y también durante los días del EJA. "Yo diría que este Encuentro Juvenil Agustiniano de Lisboa 2023 ha sido, en primer lugar, verdaderamente un encuentro: con Cristo y entre los participantes, por los vínculos que se han creado, por los lazos que se han tejido; que ha sido verdaderamente `juvenil´ por la vitalidad, por la vivacidad, por la alegría; y que ha sido verdaderamente muy, muy agustiniano. Que nos ha proporcionado, en definitiva, un tiempo de Gracia en el que el Señor no solamente ha podido sembrar una vez más la semilla del Evangelio en la tierra buena del corazón de estos jóvenes, por medio de quienes han organizado el encuentro, de quienes se han dirigido a ellos, de los frailes y coordinadores acompañantes de las distintas delegaciones y del entusiasmo y la entrega dignos de mención de los voluntarios portugueses, sino en el que también e inmediatamente hemos podido ver y recoger frutos maduros y sabrosos".
¿Y ahora qué?
Plegada la carpa, desaparecidos los puestos de comida, el escenario, los técnicos de sonido, luces y gran parte de los voluntarios, queda la ropa tendida de los chicos que enarbolarán junto a otros centenares de miles de colegas suyos en Cristo eso de “esta es la juventud del Papa”.
Entre los corrillos de los agustinianos que se preparan para otra semana de caminatas infinitas entre el empedrado lisboeta, sale en forma de pregunta, con ardor, con ganas, con alegría eso de “y después de todo esto qué hemos vivido, ¿qué nos toca a nosotros”.
Pues tal vez toque, como señalaron los poetas, salir “con la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos” a “cazar las melodías del mundo, que cada vez vuelan más alto”.
Termina el Encuentro Juvenil Agustiniano.
Arranca la Jornada Mundial de la Juventud.
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