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Mensaje institucional del 188 Capítulo General Ordinario de la Orden de San Agustín

  • 23 sept
  • 2 Min. de lectura
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La Orden de San Agustín, en la conclusión de su 188 Capítulo General Ordinario, en fidelidad a su carisma y en comunión con la Iglesia universal, particularmente animada por la elección del Papa León XIV, el primero de sus hijos que accede al ministerio petrino, en el marco de la esperanza jubilar y en la memoria del Santo Padre el Papa Francisco, desea declarar su irrenunciable compromiso por vivir la fraternidad, don de Dios y fruto de una comunión auténtica, que nace de la defensa humilde y sincera de la Verdad, incansablemente buscada en el diálogo, el respeto y el amor de caridad. 


Mediante el testimonio de nuestra vida fraterna "tratamos de anunciar a todos los pueblos el evangelio de Cristo y de hacer partícipes de su redención a todos los hombres". En un mundo profundamente marcado por el egoísmo, la división y la violencia, la justicia es una exigencia y, a la vez, el fruto maduro de este mismo Evangelio, pues allí donde se predica el nombre de Cristo la injusticia retrocede y toda explotación del hombre por el hombre desaparece si somos capaces de recibirnos unos a otros como hermanos.


El sentido de nuestra misión nos impele a ofrecer el testimonio de nuestra solidaridad y a trabajar por la defensa de los más vulnerables y la promoción de una cultura que proteja y eleve la dignidad humana. A ello estamos dispuestos en cada una de nuestra comunidades, esparcidas por todos los continentes, junto a toda la familia agustiniana que comparte con nosotros el carisma. 


El orgullo divide; la humildad une. Hermanos en comunidad, somos testigos de que sólo desde la humildad puede surgir una fraternidad que hable al mundo de la ternura de Dios. Esta fraternidad, fruto de la comunión a la que aspiramos como centro de nuestro carisma, no puede sino expresarse en una conversión a la paz, una paz justa, una paz siempre in fieri, hasta la paz definitiva, que rechaza vehementemente el uso de las armas y la opresión violenta sobre los más débiles. Por ello, alzamos la voz por la paz, suplicamos por la paz, rezamos por la paz, en todas las partes del mundo, también allí donde el ruido de la guerra y la violencia es silenciado. Con el Papa León XIV, al tiempo que apelamos a quienes tienen en sus manos el destino de los pueblos, pedimos que la paz nazca en primer lugar en nuestros corazones, "una Paz desarmada y desarmante, humilde, perseverante." 


En la búsqueda del bien común, San Agustín nos recuerda que la paz es la tranquilidad del orden. Como agustinos, creemos que el bien común se construye cuando cada persona es valorada en sí misma y la comunidad se convierte en espacio de verdad y caridad. Nuestra vida fraterna quiere ser signo de ese orden pacífico que Dios desea para todos. 


Este quiere ser nuestro compromiso misionero, al que queremos servir y que queremos presentar a nuestro mundo como don a implorar y tarea a realizar. 


Padre Joseph L. Farrell - Prior General de la Orden de San Agustín


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