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El Papa contempla “el dulce rostro de María”: la primera visita fuera de Roma de León XIV es al Santuario agustiniano de Genazzano



El pasado 10 de mayo, apenas dos días después de ser elegido nuevo Obispo de Roma, el Santo Padre León XIV visitó, como ya hiciera cuando fue elegido prior general o creado cardenal, el santuario de Nuestra Madre del Buen Consejo, en la pequeña localidad italiana de Genazzano. 


La sorpresa para los 5.000 habitantes de este pueblo devoto de la Virgen María, fue mayúscula pues se trataba de un encuentro no programado y completamente inesperado. Al menos hasta un cierto punto, porque para cuando el automóvil que trasladaba al Papa llegaba a los aledaños del santuario, una multitud de fieles lo estaba esperando para darle una calurosa bienvenida.


Una vez más, como ya hicieran algunos de sus antecesores, un Papa viene a ponerse a los pies de la dulce Madre de Dios, también conocida popularmente como “la Virgen de la ternura”.


Según cuentan desde fuentes vaticanas, «el Papa entró en la iglesia, saludó a los religiosos y se detuvo en oración, primero ante el sagrario y después ante la imagen de la Virgen, donde rezó con los presentes la oración de San Juan Pablo II a la Madre del Buen Consejo, un Avemaría y una Salve». 


“¡He deseado tanto venir aquí en estos primeros días del nuevo ministerio que la Iglesia me ha confiado!”, ha asegurado dentro del santuario, tal y como recogen desde medios vaticanos. Allí ha recordado que ya había visitado el lugar tras ser elegido Prior General de la Orden de San Agustín, con la decisión de «ofrecer la vida a la Iglesia». También ha explicado que tiene mucha «confianza» en esta devoción a la «Madre del Buen Consejo», por la «luz y la sabiduría» que se desprende de las palabras que el Evangelio de Juan atribuye a María en las Bodas de Caná, cuando aconseja a los servidores: «Haced lo que Él os diga».


La mirada de un padre: “Una mirada llena de amor”


“Ha sido algo impresionante este encuentro con el sucesor de Pedro”, cuenta uno de los lugareños que se agolpaban frente al pórtico de la Basílica cuando supo, de pronto, que el Papa estaba con ellos. “Nos ha hecho felices con su presencia, transmitiéndonos su calidez y cercanía”. 


“Es una bendición que nuestro querido Santo Padre haya decidido venir a la casa de nuestra madre. Para un genazzanense, la Virgen María está grabada en su corazón. Todos somos hijos de María”, nos explicaba entre lágrimas uno de los amigos de la comunidad de frailes agustinos de Genazzano. 


“Las calles estaban abarrotadas de personas. Genazzano estaba llena de gente que ha salido improvisadamente a su encuentro. Algunos han salido en pijama o se han puesto lo primero que han encontrado. Se veía que él quería dejarse ver, encontrarse con el pueblo, estar con ellos, con todos. Mi suegra, al pasar el Santo Padre por delante de su casa, le ha pedido la bendición y él se la ha dado. Todos querían estrecharle la mano. Ha sido muy bello”. 


“Emana sencillez y sensibilidad. La mirada es como la de un padre. Lo que me quedo es con eso, su mirada. Me ha mirado, me ha sonreído… Una mirada llena de amor”. 

En esta breve pero intensa visita, cargada de simbolismo al inicio de su papado, el Papa León XIV pudo estar con los vecinos del pueblo, sentir su cariño y apoyo en estos primeros pasos de pontificado, para después pasar a estar con la comunidad de agustinos que custodian la imagen de la Virgen con el Niño, a la que se unieron el Prior General y otros religiosos antes del regreso del Papa a Roma, donde por la tarde iría a visitar la tumba del Papa Francisco. 





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