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183 elementos encontrados para ""

  • Nuestra Sra. de Gracia de Colombia: una Provincia joven y en crecimiento

    Del 2 al 21 de octubre de 2023, el Asistente General para América Latina, P. Alexander Lam, realizó la Visita General de Renovación a la Provincia de Nuestra Señora de Gracia de Colombia Durante los casi veinte días que duró la visita, el P. Lam pudo encontrarse con las comunidades locales, compartiendo momentos con los hermanos de la Provincia y conociendo de primera mano las diferentes obras pastorales, educativas, formativas y misioneras que se llevan a cabo en el territorio. En palabras del Asistente General, fueron días en los que poder conocer de cerca los frutos de una Provincia “ya consolidada y en pleno proceso de expansión”. En este sentido, resaltaba el padre Lam lo que a su modo de ver eran las dos manifestaciones principales del crecimiento de la provincia: la Universidad y la misión en Mocoa. Unicervantes y la misión en Mocoa, dos caras de una Provincia en pleno crecimiento En lo que respecta a la Universidad, tras varios años de mucho esfuerzo y trabajo por parte de los hermanos y laicos, se ha logrado una estabilidad académica y económica, logrando un verdadero crecimiento que se manifiesta en la incorporación, cada año, de nuevas carreras. Es, por tanto, en palabras del Asistente General, “una reconfortante alegría” fruto del buen hacer de todos los agentes implicados. Actualmente, la Unicervantes cuenta con dos sedes: Bogotá y Mocoa. A raíz del volumen de solicitudes y del éxito formativo del centro universitario se está valorando abrir un tercer centro que permita acoger a un mayor número de estudiantes. La misión en Mocoa, por su parte, es otra de las obras reseñables de la Provincia de Nuestra Señora de Gracia. Fundada hace seis años en la región meridional del Putumayo, en la selva Amazónica, es una parroquia grande que tiene parte en la ciudad de Mocoa y también en los resguardos indígenas de etnia inga, a más de dos horas en carro. Como nos comentaba el P. Lam, es una “misión frágil, por el número de clero y la extensión de la diócesis”, pero al mismo tiempo es “la respuesta a la llamada de la Iglesia de atender las zonas amazónicas”. Nuevos retos que requieren nuevos esfuerzos Al tratarse de una Provincia bien consolidada a nivel práctico y logístico, los esfuerzos están orientados a una mayor centralización económica, que va perfeccionándose con el fin de mejorar la gestión de las distintas obras que atienden los hermanos en el terreno. Es, como nos decía el asistente general, una “nueva exigencia en la que todos están dando lo mejor de sí para sacar adelante este proyecto”. Por otro lado, se está trabajando en un plan formativo específico tanto para las vocaciones como para los jóvenes que cursan en los centros educativos de la Provincia de Colombia. “Se abre una nueva etapa que requiere nuevos esfuerzos por parte de todos”. “Es una tarea que los hermanos agustinos están secundando con entusiasmo”.

  • Santa Magdalena de Nagasaki: un ejemplo de fe en tiempos de persecución

    Nació cerca de Nagasaki, Japón, en 1611. Hija de cristianos martirizados por su fe cuando Magdalena era tan solo una niña, se consagró a Dios guiada por los beatos Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio, agustinos recoletos, quienes la recibieron en la Orden como terciaria. Su llegada al mundo coincidió con el recrudecimiento de las persecuciones hacia los cristianos en tierras niponas. Catorce años antes tendría lugar la brutal tortura, crucifixión y quema de 26 cristianos, entre los que se encontraba San Pablo Miki. Fueron años oscuros donde la élite gobernante japonesa puso su foco en los kakure kirishitan (cristianos ocultos) con el fin de erradicar la fe católica de sus tierras. Tras el martirio de sus guías espirituales, se retiró a los montes, desde donde ayudaba e instruía a las comunidades cristianas bajo amenaza. Sería en septiembre de 1634, con ánimo de sostener la fe vacilante de muchos hermanos suyos ante los tormentos de la cruel persecución, se entregó voluntariamente a los jueces, proclamándose cristiana. Iba vestida con el hábito de terciaria agustina y llevaba libros piadosos para poder meditar en la cárcel. Fue cruelmente torturada, pero permaneció firme en su fe. Murió tras trece días suspendida por los pies de una horca que se alzaba sobre una fosa, casi herméticamente cerrada, hasta que se ahogó con el agua que iba creciendo en el interior del agujero. Tenía 23 años. Santa Magdalena de Nagasaki, virgen y mártir, fue beatificada en 1981 y canonizada por San Juan Pablo II el 18 de octubre de 1987.

  • Inteligencia Artificial y sinodalidad: conversamos con monseñor Cadenas tras el curso de obispos

    A lo largo de la segunda semana del mes de septiembre tuvo lugar, en el Colegio San Pablo de Roma, el curso de formación para los nuevos prelados en territorios de misión Organizado por el Dicasterio para los Obispos, en colaboración con el Dicasterio para la Evangelización, 125 obispos provenientes de Asia y África -salvo tres prelados venidos de Hispanoamérica-, pudieron abordar durante estas jornadas temáticas muy diversas. A saber: desde los desafíos de la Inteligencia Artificial en el reto evangelizador hasta el ministerio del obispo en el contexto del camino de la Iglesia en el mundo; pasando por asuntos de actualidad como “el gobierno pastoral de los obispos en una Iglesia sinodal”, “el servicio al Pueblo de Dios”, “la Comunión católica con todas las Iglesias” o “la identidad sinodal del obispo en una Iglesia sinodal”. En palabras de monseñor Miguel Ángel Cadenas Cardo OSA, vicario apostólico de Iquitos, quien desde mayo de 2021 está encargado de pastorear este territorio eclesiástico en la selva amazónica, “fue una profunda experiencia de catolicidad”. El cambio de “dinámicas” “Hemos podido apreciar cómo la Iglesia está organizándose para llegar a territorios donde antes era más complicado estar”, apunta el padre Miguel Ángel. “Lo que veo es una implantación cada vez más fuerte de la Iglesia, sobre todo en África y en Asia, con un gran crecimiento de católicos, lo que significa un escenario completamente distinto. Creo que en las próximas décadas la Iglesia de estos territorios va a ser mucho más fuerte que la Iglesia europea, y eso, necesariamente, va a cambiar ciertas dinámicas”. Acompañado por Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para las Comunicaciones Sociales, el P. Miguel Ángel compartió con la oficina de comunicación de la Curia General las preocupaciones y oportunidades de la Inteligencia Artificial, cuya irrupción en los últimos años está resultando decisiva en ámbitos como las telecomunicaciones, la educación o la política. “Recuerdo que un obispo africano le planteó algo al Prefecto que me resultó muy interesante. Venía a decir: `Bueno, nosotros vivimos situaciones dramáticas y para nosotros es más importante atender al sufrimiento que a la inteligencia artificial´. Y su contestación fue: `No se puede negar eso. Pero la inteligencia artificial sigue afectando a aquellos territorios que incluso no tienen todavía cobertura de teléfono”. “Honestamente - prosigue el P. Cárdenas- creo que este es un gran desafío para la Iglesia. Y desde luego me impacta la claridad con que están abordando este tema, porque incluso Francisco ya ha anunciado que la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero del 24 será precisamente sobre el tema de la IA”. Sobre el camino hacia el Sínodo Al ser preguntado sobre uno de los temas candentes en la vida de la Iglesia -las vocaciones-, el P. Miguel Ángel nos contó que en este último curso de obispos organizado por la Santa Sede, se pudieron constatar los intentos “de implementar un nuevo diálogo, buscando formas de colaborar”, ante “el desplome” del número de aquellos que dicen sí al Señor. “En los últimos diez años, en América Latina, han bajado de golpe. Creo que un tema de fondo que debemos plantearnos es no sólo cuántas vocaciones tenemos, sino para qué tipo de iglesia. No es simplemente `vamos a tener sacerdotes´ sino que necesitamos sacerdotes para una Iglesia sinodal”. Precisamente a propósito del Sínodo de los Obispos que en apenas unos días dará su pistoletazo de salida, el vicario apostólico de Iquitos nos recuerda las palabras de San Juan de Crisóstomo cuando decía que “Iglesia y Sínodo eran, prácticamente, sinónimos”. “Creo que debemos seguir avanzando en esta línea que ha marcado el Papa Francisco”, asegura el P. Miguel Ángel. Sin embargo, nos apunta este agustino que “tiene la sensación de que una gran parte del pueblo de Dios no se siente representado en este tema de la sinodalidad, lo que supone una gran cuestión”. “De este Sínodo lo que espero es que podamos conversar todos en la Iglesia, que podamos llegar a algunos acuerdos mínimos pero, sobre todo, espero que sea la posibilidad para seguir profundizando, porque un sínodo no es simplemente un evento que está ahí, sino que es un proceso. Ojalá sirva para que la Iglesia entre en este espacio sinodal (y esto significa poner en práctica la participación en la Iglesia), en la subsidiaridad y en todos los demás principios que son fundamentales en la vida de la Iglesia”. El trabajo de la Orden en Iquitos A propósito de su nueva tarea encomendada por el Santo Padre para el Amazonas peruano y su evangelización, el P. Miguel Ángel nos narra cómo la Orden de San Agustín lleva “120 años haciendo posible que se genere una iglesia local”. En este sentido, nos cuenta el vicario apostólico, “la Orden ha sido muy generosa con la iglesia diocesana pues todas las parroquias que hay y todas las infraestructuras existentes, como los colegios parroquiales, edificados por los agustinos, han pasado a manos del Vicariato, aunque todavía los agustinos siguen llevando algunos templos”. Hecho, según nos cuenta el P. Miguel Ángel, que irá cambiando poco a poco en favor de la gestión y administración de los sacerdotes diocesanos. “Lo que hay que hacer es sacar adelante esa iglesia local, y para eso es muy importante no centrarnos exclusivamente en los religiosos y en los sacerdotes, sino preparar laicos que puedan llevar adelante la evangelización, que es algo que hemos hecho siempre los agustinos, al menos desde el Concilio Vaticano II. Necesitamos seguir apostando por laicos que estén bien formados para que puedan llevar adelante las comunidades cristianas”. Misión, trato y comprensión de la realidad de los pueblos indígenas y los contratiempos a los que se enfrentan -como el extractivismo-, visitar las parroquias y a los fieles, erradicar y atender los casos de abusos, atender a los más vulnerables… Tareas todas ellas que ocupan el día a día de monseñor Cárdenas en su trabajo como obispo agustino en un lugar “altamente conflictivo”. “No podemos perder la mirada de sabernos en un territorio de misión donde tenemos que proclamar la Buena Nueva. El conflicto forma parte de la vida diaria, por lo que no nos es ajeno. Entonces, la labor que nos toca, es anunciar a Jesucristo en medio de esos conflictos. Es difícil, delicado y ojalá podamos acertar”.

  • La parroquia agustiniana greco-católica de Polonia celebra su 65 aniversario volcada con Ucrania

    La parroquia de la Dormición de la Bienaventurada Virgen María en Katowice, Polonia, donde el padre Szymon Jankowski OSA lleva 20 años trabajando como párroco y decano, atendiendo principalmente a ucranianos de rito oriental, celebró su aniversario el pasado 2 de septiembre. La misa fue presidida por Włodzimierz Juszczak, obispo de Wrocław- Koszalin La historia moderna de los greco-católicos en la Alta Silesia (Polonia) comienza en los años veinte y treinta del pasado siglo, cuando tras varios años de dramáticos enfrentamientos en la frontera polaco-alemana, parte de este distrito fue concedido a Polonia. Es difícil dilucidar con exactitud en qué momento aparecieron los primeros greco-católicos en la Alta Silesia, pero es muy probable que el desarrollo intensivo de la actual Katowice y las ciudades adyacentes, facilitado por una red ferroviaria bastante desarrollada a principios del siglo XX y el descubrimiento de nuevos recursos fósiles, principalmente hulla y otros minerales, animase a los jóvenes de las zonas más pobres del este de Polonia (donde había más presencia de greco católicos) a acudir a este lugar próspero y lleno de potencial, formando una gran comunidad, que con el tiempo se establecería en la región. Asimismo, durante la segunda guerra mundial y la posterior ocupación soviética, fueron muchos los ucranianos que fueron reubicados en aquella zona, muchos de ellos como mano de obra, otros tantos como parte del proceso de reasentamiento soviético en su territorio unificado. Así, con la Operación Vístula de 1947, tuvo lugar una afluencia de greco-católicos reasentados a la fuerza en Silesia, por lo que el obispo de Cracovia vio la necesidad de crear una parroquia para esta comunidad en Katowice. De este modo, en la Navidad de 1958, se inauguró la primera parroquia greco-católica en la ciudad; pese a no tener un lugar fijo, muchos párrocos cedían espacios de sus parroquias que utilizaban para sus liturgias y reuniones. La entrada del nuevo siglo trajo consigo la llegada de muchos temporeros que se convirtieron en residentes permanentes de la Alta Silesia y asistían cada vez en mayor número a los oficios dominicales de la liturgia greco católica. Justo antes del estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, el número de feligreses aumentó a más de 80 personas en la liturgia dominical, mientras que una vez iniciada la guerra, acuden regularmente de 130 a 180 fieles. El mayor número se registra durante las grandes fiestas: unas 500 personas acuden en Navidad y más de 800 en Pascua. Muchos de los fieles que asisten son ortodoxos, pero debido a la lengua y lugar de procedencia, se sienten más seguros en nuestra comunidad que en la iglesia ortodoxa de Sosnowiec, cercana a Katowice. La guerra y la actualidad de la comunidad Un momento de vital importancia para la comunidad fue, de hecho, el estallido de la guerra. El padre Szymon Piotr Jankowski OSA, quien lleva dos décadas sobre el terreno, cuenta a la Oficina de Comunicación de la Curia General la situación. “Nos situamos inmediatamente en primera línea. Hasta el día de hoy, los feligreses recaudan fondos mensualmente para ayudar en el conflicto, principalmente para financiar asistencia de tipo médico (por ejemplo, varios coches para transportar a los soldados heridos, vendas, sacos de dormir, productos de limpieza, toda la protección necesaria, etc.) Asimismo, los feligreses rezan cada eucaristía dominical por el alma y los familiares de los difuntos y por la paz en el país”. Finalmente, cabe señalar que, desde 2017, la parroquia greco-católica de Katowice es también la sede del nuevo decanato de la Eparquía de Wrocław-Koszalin de la Iglesia greco-católica de Polonia, siendo el deán el actual párroco, el padre Szymon. “Ciertamente, la creación de dicho decanato es también una forma de reconocimiento hacia los fieles de esta parroquia que, durante casi cien años, han sido capaces de mantener y cultivar eficazmente su fe, sus tradiciones nacionales, su lengua y su liturgia, creando un grupo muy bien coordinado a pesar de los cambios de los tiempos, las personas y las condiciones externas”, asegura el padre Szymon.

  • Breve historia de los mártires agustinos en Japón

    El P. Thomas Masaki Imada y el P. Futoshi Matsho relatan la historia de los agustinos que dieron la vida por Cristo durante la evangelización del siglo XVII. Hoy, 28 de septiembre, la Orden conmemora a estos mártires En 2008, el beato Tomás Kintsuba de San Agustín y otros 187 mártires, fueron elevados a los altares. Desde entonces, cada año, la delegación de Japón, junto a toda la Orden, recuerda a sus mártires y su historia. Cabe recordar que las misiones agustinianas en territorio nipón comenzaron en 1602 con la llegada de dos frailes españoles procedentes de Manila. Sería el padre Hernando Ayala el primero en fijar su mirada en Nagasaki, el principal puerto del país por aquel entonces para el comercio con Portugal, España y China. Allí se asentaría la primera comunidad católica del país donde más de la mitad de sus cuarenta mil habitantes abrazaron la fe de Cristo. Viendo el dinamismo y actividad de la ciudad, el P. Hernando, con buen criterio, consideró a Nagasaki el lugar idóneo para establecer la misión agustina. Asumiendo rápidamente la cultura y lengua local, el P. Hernando era capaz de predicar sin intérprete. Tras trabajar en Bungo y Hyuga (actualmente Oita y Miyazaki) durante unos años, se trasladó definitivamente a Nagasaki, donde construyó una iglesia y un monasterio en 1612. Sin embargo, el edificio de la iglesia fue demolido poco después de que el shogun -militar y terrateniente japonés- de la localidad promulgase la prohibición total del cristianismo en 1614. Fue entonces cuando comenzó la dura persecución contra los cristianos, haciendo del P. Hernando el primer mártir agustino de Japón. Durante los primeros años de la persecución se escondió, pero viendo que los fieles a los que servía iban siendo martirizados, decidió salir de su refugio y, en consecuencia, capturado y decapitado en una isla llamada Takashima, cerca de Togitsu, al norte de Nagasaki, el 1 de junio de 1617. En 1637 el P. Tomás, "Kintsuba", Jihyoe de San Agustín y el P. Miguel de San José, ambos japoneses y los últimos agustinos en Japón, fueron martirizados en la colina de Nishizaka. Entre 1617 y 1637 fueron martirizados varios agustinos, agustinos terciarios y muchos otros hombres y mujeres cercanos a los agustinos. Algunos fueron beatificados y canonizados, como Santa Magdalena de Nagasaki, que era terciaria, el beato Hermano Juan Shozaburo, los oblatos Miguel Kiuchi Tayemon, Pedro Kuhieye, Tomás Terai Kahioye, los terciarios Mancio Scisayemon y Lorenzo Hachizo, el P. Pedro Zúñiga, el P. Tomás Terai Kahioye, P. Bartolomé Gutiérrez, P. Vicente de San Antonio Simoens, P. Francisco de Jesús Terrero, P. Martín de San Nicolás Lumbreras y P. Melchor de San Agustín Sánchez. Hoy en día, los católicos siguen siendo una minoría en el país asiático y, sin embargo, mantienen viva la llama de la historia y el legado de aquellos que supieron proclamar el Evangelio en medio de las adversidades.

  • Un CPI en Brasil en medio de las celebraciones por el 10 aniversario de la fundación de la Provincia

    El asistente general para América Latina, el P. Alex Lam, presidió el Capítulo Provincial Intermedio de la Provincia Agustiniana de Brasil En el contexto de las celebraciones de su décimo aniversario, ha tenido lugar el tercer Capítulo Provincial Intermedio de la joven Provincia de Brasil. Durante los días 13, 14 y 15 de septiembre, en la casa de Recanto Tagaste (Sao Paulo) se ha desarrollado este encuentro entre los 40 frailes capitulares con el objetivo de revisar y evaluar el plan de ruta marcado en el último capítulo ordinario. La asamblea quedó oficialmente inaugurada con la Santa Misa Votiva al Espíritu Santo, presidida por el P. Álex Lam, quien acudió en nombre del Prior General, que, por motivos de salud, no pudo estar presente tal y como habría deseado. Así quedó manifestado en una carta donde saludaba afectuosamente a los padres capitulares y recomendaba ahondar a fondo en la reflexión sobre el camino de la Provincia, a la cual felicitó por los diez años desde su fundación. Tras la Eucaristía inicial comenzaron las sesiones de trabajo, que abarcaron los tres días sucesivos y en las que, en palabras del Asistente General en conversaciones con la oficina de la Curia General, “se abordó la información recabada por las diferentes comisiones y se escuchó el parecer de los hermanos, que trabajaron en diferentes sesiones de grupo” para tratar los diferentes puntos propuestos, entre los que cabe destacar la aprobación del proyecto para una nueva casa agustiniana en el noroeste de Brasil. Así mismo, el P. Lam destacó el carácter celebrativo de este Capítulo, ya que, además de coincidir con el cumpleaños de la fundación provincial, conmemoró los 50 años de profesión simple del P. Eliseo; así como las bodas de oro sacerdotales del P. Pelayo y las bodas de plata del P. Cristiano Zeferino. Los laicos se vuelcan con la Orden en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida Sería el 16 de septiembre, en el Santuario de Ntra. Sra. de Aparecida, donde tuvieron lugar los festejos de este décimo aniversario de la Provincia Agustiniana de Brasil. Allí se desplazaron 22 autobuses con feligreses de las parroquias y colegios de la Provincia. La celebración litúrgica estuvo presidida por el arzobispo emérito de Aparecida, el cardenal Raymundo Damasceno Assis, a quien acompañaban el asistente general de la Orden de San Agustín para América Latina, el prior provincial de la Provincia de Brasil, el P. Maurício Manosso, los priores provinciales de Ntra. Sra. de la Consolación de Brasil y de San Juan de Sahagún -que contó también con la representación del P. Jesús Torres en calidad de consejero para América Latina-, el vicario regional de Argentina y el secretario general de OALA. En un ambiente festivo y de acción de gracias, el P. Lam quiso trasladar el agradecimiento de la Orden al cardenal Damasceno, “quien se mostró muy afable, sencillo y cercano”. La celebración, según hemos podido conocer, tuvo una amplia difusión, ya que fue emitida en directo por la televisión de Aparecida y por algunas televisiones católicas de Brasil. Otros actos por este décimo aniversario Como parte de las celebraciones de los 10 años de la Provincia Agustiniana de Brasil, durante el mes de agosto se llevó a cabo el Musical Corazón Agustino, que contiene la vida y espiritualidad de Agustín en verso y canto. El acto fue retransmitido por las redes sociales de la Provincia y por la TV Evangelizar en Brasil. El musical contó, tal y como cuentan desde la oficina de comunicación de la Provincia, con la participación de algunos nombres destacados de la música católica en Brasil y de los religiosos y religiosas de la Orden de San Agustín.

  • "Espléndidos méritos de vida y admirables virtudes": los cardenales agustinos en la historia

    Los frailes que han sido llamados a este servicio directo y cercano al sucesor de Pedro en la larga historia de casi 780 años de vida de la Orden son de procedencia muy diversa, si bien es cierto que la mayoría son originarios de la península itálica. De hecho, 10 de los 14 nombres son de origen italiano. Los cuatro restantes son de origen español, portugués, maltés y estadounidense. Sin embargo, esto no limita en absoluto la variada experiencia y la rica diversidad cultural y espiritual que este modesto número de cardenales de la Orden ha aportado a la Iglesia. Cada uno, en su propio contexto, ha aportado una valiosa contribución en diversos ámbitos de gobierno o diplomacia, o en el campo intelectual y de la erudición, la atención pastoral o la investigación teológica. Los cardenales agustinos, tras años de servicio a la Orden, fueron cardenales de la Curia, sirviendo en las diversas congregaciones y estructuras de la Santa Sede, u obispos inmersos en las realidades de sus diócesis. Buenaventura Badoer de Peraga (1332-1385), uno de los fundadores de la Universidad de Bolonia, Prior General y legado papal, abre la reducida nómina de cardenales agustinos. Llamado desde tiempos inmemoriales "beato" por su fama de santidad durante su vida y después de su muerte. Fue creado cardenal en 1378. Para algunos, también fue considerado un "mártir" debido a la tradición que cuenta su sangrienta muerte en el puente de Sant'Angelo, que suele creerse obra de su enemigo, el Señor de Padua. Le sigue en la lista el cardenal Alessandro Oliva (1407-1463). Amigo de Pío II, fue muy apreciado por el pontífice por sus dones y virtudes, hasta el punto de confiarle varias misiones de paz. También había sido prior general de la Orden, aunque por poco tiempo. Creado cardenal en 1460, recibió el título de Santa Susana. En el siglo XVI encontramos al gran humanista Egidio da Viterbo (1469-1532), impulsor de la reforma de la Orden. Por sus méritos, fue creado cardenal en 1512. Hombre de enorme cultura y diplomacia. Es célebre su discurso de apertura del V Concilio de Letrán, en el que invitó a la Iglesia a una verdadera reforma en cabeza y miembros. En el mismo siglo encontramos al célebre Girolamo Seripando (1492-1563), agustino de gran mérito, tanto dentro de su propia familia religiosa como en la Iglesia universal. También ejerció como Prior General, animando a la Orden eremítica a reformar y observar las Constituciones. Gran predicador e intelectual, fue nombrado arzobispo de la importante diócesis de Salerno. Pío IV le concedió la púrpura en 1561. Contribuyó enormemente a la Iglesia como padre conciliar y como legado en la asamblea tridentina. Le sigue en la lista de cardenales agustinos Gregorio Petrocchini (1536-1612), prior general y más tarde obispo de Palestrina, creado cardenal por Sixto V. Durante veinte años, en su calidad de cardenal, ejerció numerosos oficios, en pleno servicio al sucesor de Pedro. Asistió a seis cónclaves. En el siglo XVII destaca la figura del gran teólogo Enrico Noris (1631-1704), natural de Verona. Hombre de gran capacidad intelectual y erudito, prestó servicio a la Orden en la enseñanza. Sus publicaciones teológicas fueron numerosas, hasta el punto de que se le considera el padre de la moderna escuela teológica agustiniana. Fue creado cardenal en 1695. Entre 1700 y 1704 fue prefecto de la Biblioteca Vaticana. En el Siglo de las Luces encontramos al cardenal español Gaspar de Molina y Oviedo (1679-1744). Creado cardenal en 1737 por Clemente XII. Unos años antes había sido nombrado obispo de Santiago de Cuba, posteriormente recibió la sede episcopal de Barcelona y más tarde la de Málaga. Entre principios del siglo XIX y el siglo XX -época de grandes convulsiones y cambios sociales- contamos con un buen número de cardenales agustinos. A Patrício da Silva (1756-1840), agustino portugués, Pío VII le confió la sede de Évora en 1819. En 1826 pasó a la sede de Lisboa, donde murió en 1840. Fue creado cardenal por León XII en la época de la Restauración. Hombre de gobierno y diplomático, no pudo participar en los cónclaves que vieron elegidos a los Papas Pío VIII y Gregorio XVI debido a la inestabilidad política. Sigue en la lista de cardenales el primero de los hermanos Martinelli, Tommaso Maria (1827-1888). Natural de Lucca, ingresó en la Orden, donde demostró talento para los estudios y la enseñanza. Como Secretario General, acompañó al General Paul Micallef en sus visitas al norte de Europa. Fue miembro de la comisión teológica preparatoria del Concilio Vaticano I, en el que también participó personalmente. Pío IX le concedió el birrete cardenalicio en 1873. De la misma época es el cardenal Luigi Sepiacci (1835-1893), hombre de gran erudición, profesor en la Universidad de la Sapienza de Roma, consultor de diversas congregaciones romanas. León XIII le nombró obispo de Callinico y cardenal en 1891. Hacia finales del siglo XIX encontramos la figura de Agostino Ciasca (1835-1902), experto en las Sagradas Escrituras, orientalista y estudioso de diversas lenguas antiguas. Por sus méritos intelectuales fue nombrado Prefecto del Archivo Secreto Vaticano. También ocupó el importante cargo de Secretario de Propaganda Fide. Fue León XIII quien le concedió la púrpura en 1899. A finales del siglo XX encontramos el nombre del cardenal Sebastiano Martinelli (1848-1918), hermano de Tommaso Maria. También él sirvió a la Orden como Prior General en 1889 y bajo su mandato se actualizaron las Constituciones. Consultor del Santo Oficio, fue nombrado Delegado Apostólico en los Estados Unidos de América en 1896. Ese mismo año fue ordenado obispo. En 1901 fue creado cardenal por León XIII y dos años más tarde participó en el cónclave para la elección de San Pío X. Murió en 1918. Después de tantos años desde la creación del último Cardenal agustino, más recientemente, la Orden se ha alegrado con la creación del maltés Próspero Grech (1927-2019). Estudioso de la Sagrada Escritura y profesor de Patrología, fundó con el P. Agostino Trapé el Instituto Patrístico Augustinianum, del que fue nombrado su primer Decano. Desarrolló una larga carrera docente en diversas instituciones romanas. En 2012 fue nombrado obispo titular de San Leone y el 18 de febrero del mismo año creado cardenal a los 87 años. Finalmente, hoy, 30 de septiembre de 2023, la Orden Agustiniana vuelve a alegrarse por la creación de otro de sus hijos como Cardenal de la Santa Iglesia Romana: Robert F. Prevost (1955- ), natural de Chicago: canonista, misionero, ex Prior General de la Orden, Obispo Emérito de Chiclayo y desde abril de este año Prefecto del Dicasterio para los Obispos. En conclusión, las vidas y méritos de los cardenales agustinos constituyen un capítulo significativo en la historia de la Orden y de la Iglesia católica. A través de siglos de compromiso espiritual, enseñanza y servicio a la comunidad cristiana, estos cardenales han encarnado los principios agustinianos de búsqueda de la verdad, vida comunitaria y servicio al prójimo. Sus historias dan testimonio de la importancia y relevancia de la espiritualidad agustiniana en el mundo, del valor del estudio como parte del carisma de la Orden, y de los frutos de su incansable labor evangelizadora, que ha dejado una huella indeleble en la Orden, la Iglesia y la sociedad.

  • El Padre General celebra sus 50 años de profesión simple: “Ha sido un camino largo de encuentro”

    El pasado 23 de septiembre, la Curia General conmemoró los cincuenta años desde que el P. Alejandro Moral hiciera su profesión simple un 12 de septiembre de 1973. Estos actos celebrativos se suman a los que ya tuvieron lugar el pasado mes de junio en el Monasterio de La Vid, Burgos, España En un contexto festivo, acompañado de la comunidad de la Curia General, el P. Alejandro celebró con sus hermanos una vida entera dedicada a la Orden. Medio siglo, ni más ni menos, desde que empezase su andadura en el seminario hasta la actualidad. Un rico itinerario que ha comprendido variadas etapas: la de formando primero y la de formador después, ecónomo, consejero de la antigua Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de España y Provincial de dicha provincia. Es entonces cuando llega el momento de su desembarco en Roma, ciudad que ya conocía de su etapa como estudiante del Colegio Santa Mónica -del que guarda excelentes recuerdos- a la que regresó para servir a la Orden como Asistente General y en la que hoy permanece tras aceptar el mandato del Capítulo General que le puso al frente de la Orden de San Agustín hace ahora diez años. Una aventura, en definitiva, que el Prior General califica como “larga, no exenta de dificultades, pero profundamente bella, enriquecedora, impregnada de espiritualidad agustiniana y de encuentro”. “Desde que comencé en la Orden a los 18 años hasta la fecha el camino ha sido largo. Es cierto que la experiencia de la vida va cambiando la forma de entenderlo todo”, señala el Padre Alejandro, pero, ante todo, destaca que, después de todo este tiempo, lo que queda es un profundo “agradecimiento por las personas con las que me he ido encontrando”. “Lo más bonito de este recorrido es el estar con Dios, el trabajo interior, el poder recibir su amor y darlo a través del hermano porque quien no ama al hermano, no ama a Dios”. La jornada estuvo marcada por otras efemérides destacadas en la vida de la Curia. Entre ellas, el 60 aniversario de profesión del P. Jack Flynn, subsecretario general, y del P. Mario Bettero, quien fuera durante muchos años párroco en San Pedro del Vaticano. Por otro lado, se conmemoraron también los 25 años de profesión del asistente general para Europa del Sur, el P. Javier Pérez Barba, quien durante la homilía de la Misa, presidida por el P. Alejandro, recordó aquella primera llamada, que perdura en el alma del religioso “como un ángel que se va, como se fue para María cuando la Anunciación; y como un serafín que vuelve con un ascua en la mano, como se llegó a Isaías, el hombre de labios impuros”. “Aquel amor primero, puro en su intención, nos ha impulsado -señalaba el asistente general para Europa del Sur- a avanzar en un camino que dura ya 25, 50, 60 años, luchando por alcanzar, como san Pablo, a Aquel por quien ya hemos sido alcanzados, para poder llegar a decir, como san Pablo, todos los días del resto de nuestra vida, con la pureza de intención de los comienzos y el polvo pegado del camino, que `todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo´”. “25 o 50 o 60 años de travesía al ritmo comunitario de las labores y los salmos. Comunión en Cristo, trabajo y oración. 25 o 50 o 60 años de andadura tras las huellas de Cristo hombre para llegar a Cristo Dios”, agregaba el P. Javier. Tras la Eucaristía, tuvo lugar una comida en un clima de profunda fraternidad donde los homenajeados dirigieron unas palabras de agradecimiento a Dios, a la Orden y a la comunidad por su cercanía y cariño. El Prior General quiso compartir con los presentes durante la jornada que “sin la Gracia y la ayuda de Dios, no se puede hacer nada. Con Él hemos ido caminando, con su fuerza, con su ánimo. Es Él quién nos muestra por dónde ir. Sigámosle”.

  • Entrevista al cardenal Prevost OSA: "Por encima de todo, un obispo tiene que proclamar a Jesucristo"

    La mañana del 30 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, 19 obispos y 2 presbíteros fueron creados cardenales de la Iglesia Católica por el Papa Francisco. Entre ellos, el que fuera Prior General de la Orden de San Agustín y obispo de Chiclayo, el actual Prefecto del Dicasterio para los Obispos, monseñor Robert Francis Prevost OSA. El cardenal Prevost recibió el birrete cardenalicio acompañado del P. Alejandro Moral Antón y su consejo, el P. Miguel Ángel Orcasitas, exgeneral de la Orden, el P. Anthony Pizzo, Provincial de la Provincia de Chicago -circunscripción de proveniencia de monseñor Prevost-, diversos provinciales y superiores y, en definitiva, una larga representación de hermanos y hermanas de la comunidad agustina, así como de su familia de sangre y diocesana. Durante su breve discurso, el padre Prevost, en nombre de todos los cardenales, habló de cómo “lo fundamental para todo discípulo de Cristo es la humildad”, sabiendo que la nueva tarea confiada por el Papa a los nuevos cardenales es "una llamada a la humildad". Ante el inminente inicio del Sínodo de los Obispos, Prevost señaló que "ser una Iglesia sinodal que sabe escuchar a todos es el camino no sólo para vivir personalmente la fe, sino también para crecer en la verdadera fraternidad cristiana" y que "la Iglesia es plenamente tal sólo cuando escucha de verdad, cuando camina como el Nuevo Pueblo de Dios en su maravillosa diversidad, redescubriendo continuamente su propia llamada bautismal a contribuir a la difusión del Evangelio y del Reino de Dios". Por último, el Prefecto de la Congregación para los Obispos pidió a Francisco que rece por los nuevos cardenales, para que "contribuyan a hacer la puerta de la Iglesia universal más pronta a abrirse, más rápida a acoger, más capaz de escuchar a todos". La jornada anterior, en medio de una apretada agenda, la oficina de la Curia General tuvo ocasión de charlar tranquilamente con él, conocer su labor como Prefecto, su visión del episcopado, de los retos a los que se enfrenta hoy la Iglesia, junto a cuestiones más personales, como su afición al tenis, a la lectura, a los largos paseos y charlas con los amigos de comunidad. Monseñor Prevost, en enero de 2023 conocíamos la noticia de que el Papa Francisco le nombraba como Prefecto al frente del Dicasterio para los obispos. ¿Cómo acogió la noticia? El hecho de que el Papa Francisco me pidiera que aceptara esta misión fue toda una sorpresa para mí. Llevaba varios años formando parte del Dicasterio -desde 2020- y cuando me dijo que estaba “pensando en esta posibilidad”, yo le dije al Santo Padre: “Usted sabe que soy muy feliz en Perú. Tanto si decide nombrarme como si decide dejarme donde estoy, seré feliz; pero si me pide que asuma un nuevo papel en la Iglesia, aceptaré”. Y esto se debe a mi voto de obediencia. Siempre he hecho lo que se me ha pedido, ya sea en la Orden o en la Iglesia. Y fue entonces cuando me dijo: “Reza para que tome una buena decisión”. Y bueno… El resto ya es sabido… Es un honor recibir este mandato pero, honestamente, ha sido difícil para mí dejar Chiclayo después de tantos años, más de 20 en el Perú, siendo feliz haciendo lo que hacía. Así que… ahora de vuelta a Roma, ciudad con la que estoy, evidentemente, muy familiarizado, me repito cada día: “Señor, todo esto está en tus manos. Dame la gracia necesaria para llevar a buen puerto este cometido. Y como he intentado hacer en toda mi vida religiosa, dije sí, adelante con la gran aventura de ser un seguidor de Cristo. ¿Cómo es el día a día dentro del Dicasterio? El Santo Padre tiene, como parte de su ministerio, la responsabilidad de nombrar obispos, de elegir quién será llamado a ser uno de los sucesores de los apóstoles. Mi trabajo, si se quiere, o mi servicio al Santo Padre y a la Iglesia es, por un lado, ayudar en ese proceso de identificación, de selección de buenos candidatos a obispos en distintas partes del mundo. No en todas, claro, pues en algunas esta labor corre a cargo del Dicasterio para la Evangelización. Por lo tanto, se puede decir que la selección de obispos es un aspecto muy significativo de mi labor. Por otro lado, una de las tareas principales del Prefecto es acompañar a los obispos, a aquellos hombres que son ordenados al episcopado, a medida que, como sacerdotes, adquieren experiencia y avanzan en el camino del Señor. Nuestra labor es, principalmente, estar a su lado buscando vías más eficaces para que los pastores del Pueblo de Dios sepan que no están solos. Para ello hemos seguido adelante con el curso para nuevos obispos que tiene lugar cada mes de septiembre aquí, en la Santa Sede. Ofrecemos también retiros y la formación permanente que pueda ayudarles a gobernar y cuidar del clero en las dificultades específicas que se presentan. ¿Qué rasgo fundamental diría que es necesario para ser un buen obispo? Ser un buen pastor significa ser capaz de acompañar al Pueblo de Dios y vivir cerca de él, no estar aislado. El Papa Francisco lo ha dejado muy claro muchas veces. No quiere obispos que vivan en palacios. Quiere obispos que vivan en relación con Dios, con el resto del episcopado, sacerdotes y, especialmente, con el Pueblo de Dios de una manera que refleje la compasión y el amor de Cristo, creando comunidad, aprendiendo a vivir lo que significa ser parte de la Iglesia de una manera integral que incluya mucha escucha y diálogo. Estamos prácticamente en la víspera de la apertura del próximo Sínodo sobre la Sinodalidad, lo que supone reconocer lo importante que es este cometido dentro de la Iglesia. Por ende, el obispo tiene que tener muchas habilidades. Tiene que saber gobernar, administrar, organizar y saber estar en el trato con la gente. Pero, si tuviera que señalar un rasgo por encima de cualquier otro, es que tiene que proclamar a Jesucristo y vivir la fe para que los fieles vean en su testimonio un aliciente para querer formar parte cada vez más activa de la Iglesia que el mismo Jesucristo fundó. En definitiva, ayudar a la gente a conocer a Cristo a través de ese don que es la fe. A pocas horas de ser creado cardenal, ¿cuáles diría que son los principales retos que tiene hoy por hoy la Iglesia para extender el Evangelio en una sociedad cada vez más descreída? La misión de la Iglesia ha sido la misma desde hace 2000 años, cuando Jesucristo dijo: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28:19). Tenemos que anunciar la buena nueva del Reino de Dios al mismo tiempo que comprendemos lo que es la Iglesia en su realidad universal. Es una de las cosas que aprendí mientras fui Prior General de los agustinos y que, sin duda, ha sido una gran preparación para el papel que tengo ahora. Hay muchas culturas diferentes, muchas lenguas diferentes, muchas circunstancias diferentes en todo el mundo donde la Iglesia da respuesta. Por ello, a la hora de enumerar nuestras prioridades y evaluar los retos que tenemos frente a nosotros tenemos que saber que las urgencias de Italia, España, Estados Unidos, Perú o China, por ejemplo, es más que probable que no sean las mismas salvo en una cosa: el reto subyacente que Cristo dejó a los católicos de predicar el Evangelio y que éste sea el mismo en todas partes. Las prioridades del trabajo pastoral van a ser siempre distintas en un sitio u otro, pero reconocer la gran riqueza en la diversidad del Pueblo de Dios es tremendamente útil porque nos hace más sensibles a la hora de llegar mejor y responder a lo que se espera de nosotros. ¿Cómo se puede llevar a cabo la tarea de la "Nueva Evangelización" a la que han exhortado los últimos pontífices, especialmente en occidente, donde languidecen las vocaciones y parece que los jóvenes cada vez están más distantes con lo que la Iglesia tiene que proponerles? Remontémonos a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. Allí tuve el privilegio de acompañar al Papa Francisco y pude ver a miles de jóvenes que buscan experiencias que les ayuden a vivir su fe. Aquí está lo primero. Nuestra prioridad no puede ser buscar vocaciones. Nuestra prioridad tiene que ser vivir la buena noticia, vivir el Evangelio, compartir el entusiasmo que puede nacer en nuestros corazones y en nuestras vidas cuando descubrimos realmente quién es Jesucristo. Cuando seguimos caminando unidos a Cristo, en comunión unos con otros, en esa amistad con el Señor y comprendiendo lo grande que es haber recibido ese don, surgen las vocaciones. Es verdad que en algunas partes del mundo ahora mismo, por razones de diversa índole, hay menos vocaciones que en el pasado. Es una preocupación, claro, pero no creo que sea la principal. "El sacerdocio tiene y seguirá teniendo un papel muy importante en la vida de la Iglesia y de todos los creyentes". Cardenal Robert Francis Prevost OSA Si aprendemos a vivir mejor nuestra fe y aprendemos a invitar e incluir a los demás en la vida de la Iglesia, especialmente a los jóvenes, seguirá habiendo algunas vocaciones que vendrán a nosotros. Por otro lado, creo que hay que ver al laico como laico. Es uno de los muchos regalos que nos ha ido dando el tiempo a lo largo de los últimos años: descubrir que tienen un papel muy importante en la Iglesia. Mientras, como dice el Papa Francisco, no asuman el papel del clero y no se clericalicen, y vivan desde su vocación bautismal lo que significa ser parte de la Iglesia, empezamos a vivir con mayor claridad. Creo que el testimonio de la vida religiosa, aunque será menor en número en el futuro, tiene un valor capital por lo que implica vivir esa dimensión de consagración, de entrega total de la propia vida al Señor y al servicio de los demás. El sacerdocio tiene y seguirá teniendo un papel muy importante en la vida de la Iglesia y de todos los creyentes. Por tanto, diría que desarrollar una comprensión más plena de la Iglesia y seguir viviendo ese ministerio, el del sacerdocio, con su ingente sabiduría, puede ayudarnos a vivir mejor las preocupaciones venideras y a fortalecer la certeza de que seguimos avanzando, que el Señor no abandona a su Iglesia. Ni ayer, ni hoy, ni mañana. Personalmente, vivo esta realidad con gran esperanza. A su juicio, ¿cómo se armoniza la unidad en la diversidad? Es un reto, indudablemente, especialmente cuando la polarización se ha convertido en la forma de operar en una sociedad que, en lugar de buscar la unidad como principio fundamental, va de un extremo a otro. Las ideologías han adquirido mayor poder que la experiencia real de la humanidad, de la fe, de los diferentes valores que vivimos. Algunos malinterpretarán la unidad como uniformidad: “Tienes que ser igual que nosotros”. No. Esto no puede ser. Como tampoco se puede entender la diversidad como una forma de vivir sin criterios ni orden. Estos últimos pierden de vista el hecho de que desde la misma creación del mundo, el don de la naturaleza, el don de la vida humana, el don de tantas cosas diferentes que en realidad vivimos y celebramos, no puede sostenerse inventándome mis propias reglas y haciendo las cosas a mi manera. Son posturas ideológicas. Cuando una ideología se convierte, por así decirlo, en la dueña de mi vida, entonces ya no puedo dialogar con otra persona porque ya he decidido cómo serán las cosas. Por lo tanto, estoy cerrado al encuentro y la transformación no se puede dar. Y eso puede ocurrir en cualquier lado del mundo a propósito de cualquier cuestión. Esto, obviamente, hace que sea muy difícil ser Iglesia, ser comunidad, ser hermanos y hermanas. ¿Cómo le ayuda la figura de San Agustín en su día a día? Una de las cosas que me viene a la mente cuando pienso en San Agustín, su visión y comprensión de lo que implica pertenecer a la Iglesia, es aquello que dice de que no puedes decir que eres seguidor de Cristo sin ser parte de la iglesia. Cristo es parte de la Iglesia. Él es la cabeza. Así que la gente que piensa que puede seguir a Cristo “a su manera”, sin ser parte del cuerpo, es, desafortunadamente, una distorsión de lo que en realidad es una experiencia auténtica. San Agustín tiene una sabiduría que lo permea todo, que nos ayuda a vivir en comunión. La unidad y la comunión son carismas esenciales de la vida de la Orden y parte fundamental a la hora de entender lo que es la Iglesia y lo que supone estar en ella. A los seminaristas que están en su periodo formativo y que tal vez puedan experimentar algún momento de flaqueza o dudas en su discernimiento vocacional, ¿qué les diría? Supongo que lo primero que diría son las palabras que Cristo repitió tantas veces en el Evangelio: “No tengan miedo”. El Señor llama y su llamada es verdadera. No tengáis miedo de decir sí. No tengáis miedo de, al menos, abrir vuestros corazones y, si queréis, intentarlo para ver si el Señor os llama a la vida religiosa, a la vida agustiniana o al sacerdocio, o a otras formas de servicio en la Iglesia. Recuerdo cuando era novicio y un fraile mayor que nos visitaba simplemente dijo una palabra que todavía me resuena: “perseverad”. Hay que rezar por esa perseverancia porque ninguno de nosotros está exento de momentos difíciles, tanto si estamos casados, solteros o como agustinos. No podemos rendirnos ante la primera dificultad porque de lo contrario, y esto es importante, nunca llegaré a ninguna parte en la vida. La perseverancia es un gran don que el Señor está dispuesto a ofrecernos. Pero tenemos que aprender a acogerlo y hacerlo vida, a ser fuertes. Es de esos dones que se construyen con el tiempo, en las pequeñas pruebas del inicio que nos ayudan a ser más fuertes, a poder cargar con la Cruz cuando se haga más pesada. Es lo que nos permite y hace capaces de seguir adelante. Para terminar, ¿qué le gusta hacer cuando tiene un hueco libre? Me considero un tenista aficionado. Desde que salí de Perú he tenido pocas ocasiones de practicarlo así que tengo muchas ganas de volver a la pista (risas). Aunque mi nuevo trabajo no me ha dejado mucho tiempo libre para ello hasta ahora. Me gusta mucho leer, dar largos paseos, viajar, conocer sitios nuevos y disfrutar del campo en un entorno diferente. Disfruto relajándome con amigos y conociendo a gente tan variopinta de cuyos dones aprendo y aprecio sobremanera. ¿La verdad? Como agustino, tener una comunidad rica, que se construya sobre esa capacidad de compartir lo que nos acontece con los demás, de estar abierto al otro, ha sido uno de los grandes regalos que me han sido dados en esta vida. Descubrir el don que es la amistad nos remite al mismo Jesús. Tener la capacidad de desarrollar amistades auténticas en la vida es hermoso. Y creo que ese es uno de los dones, la amistad, más maravillosos que Dios nos ha dado.

  • Monseñor Robert Prevost OSA será creado cardenal junto a otros 20 obispos este 30 de septiembre

    El que fuera Prior General de la Orden de San Agustín -en la actualidad Prefecto para el Dicasterio de los Obispos-, monseñor Robert Francis Prevost, será creado cardenal por el Papa Francisco en la Ciudad del Vaticano junto a otros 20 obispos más. Será en la Plaza de San Pedro donde se espera que monseñor Prevost dirija unas palabras al Santo Padre y los fieles allí congregados. Una nutrida representación de agustinos, entre los que estará el Prior General y su consejo, respaldará y acompañará al próximo cardenal durante la ceremonia. Con esta creación, el P. Prevost será el decimoquinto cardenal agustino dentro de la Orden a lo largo de toda su historia, el segundo en lo que va de siglo XXI tras el cardenal Prosper Grech. Sigue la celebración aquí.

  • Sudán del Sur: un reto por explorar para la Orden

    El Asistente General para África, el P. Edward Daleng, en nombre del Prior General, llevó a cabo en el mes de septiembre una visita de exploración al país africano, con el que existe una vinculación especial pero en el que, de momento, no hay presencia oficial Desde hace algún tiempo, la intención del Prior General ha sido la de visitar Sudán del Sur, ya que son varios los hermanos agustinos de origen sudsudanés que viven su vocación agustiniana en otras circunscripciones de África y Europa. Finalmente, encomendada al P. Daleng, la visita ha podido realizarse más de tres años después con el objetivo de conocer de primera mano la situación actual y prestar apoyo a la Provincia de Bélgica, que está trabajando con la posibilidad de establecerse sobre el terreno, teniendo en cuenta que ya en 2017 la Unión de Frailes Agustinos de África (UAFA), durante su conferencia celebrada en el Convento de San Agustín de Nairobi (Kenia), valoró el poner en marcha una misión en el país. Si bien estaba previsto que el Prior Provincial de la Provincia de Bélgica, el P. Martin Davakan, acompañase al Asistente General en esta visita, esto no fue posible a causa de la demora con el visado de entrada en el país, por lo que finalmente fue el hermano sursudanés Anthony Baumuke Joseph Batimanga, profeso solemne, quien acudió en compañía del P. Daleng. En palabras del propio padre Daleng, la expedición contó con la “inestimable ayuda” de Solidaridad con Sudán del Sur, una organización católica, iniciativa de la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG) y la Unión de Superiores Generales (USG), que colabora con la Iglesia local y se solidariza con el pueblo de Sudán del Sur a través de proyectos sociales, sanitarios y de desarrollo humano. El P. Jim Greene, M. Afr., misionero de los Padres Blancos y director ejecutivo de dicha organización, no solo compartió la riqueza de su experiencia en el país, sino que facilitó el encuentro con el Arzobispo de Juba, Mons. Stephen Ameyu Martin Mulla, el Superior Provincial de los Misioneros Combonianos, P. Gregor Schmidt y el Superior de los Apóstoles de Jesucristo, P. Paul Loboka. El P. Greene también coordinó la visita a Yambio, de donde proceden todos los hermanos sudsudaneses de la Orden, a excepción de uno. Allí, la organización dirige una escuela de formación de profesores, donde el P. Daleng pudo conocer a cuatro profesos simples que estaban de vacaciones. En ausencia del Ordinario del lugar, monseñor Eduardo Hiiboro, Vicario General, acogió calurosamente en la diócesis a la expedición, propiciando un enriquecedor intercambio de ideas y pareceres. En palabras del Asistente General, “las dos diócesis que visitamos y en las que pasamos tiempo están muy necesitadas, tanto a nivel de desarrollo pastoral, como a nivel social y humano”. En este sentido, pudieron observar un gran déficit en todas las esferas de la vida, lo que exige un esfuerzo y una contribución generosa y colectiva de todas las personas de buena voluntad para mejorar las condiciones de vida de los fieles locales. Ante la pregunta qué podemos hacer nosotros, como agustinos, por y junto al pueblo de Sudán del Sur, el P. Daleng afirma que “si la Orden decide asumir una misión allí, nuestra presencia puede ser un agente de transformación, ya que a través de nuestra vida podemos llevar nuestra espiritualidad de unidad de mente y corazón en el camino hacia Dios a la vida cotidiana para apagar la tensión y la desconfianza entre las diversas tribus y crear una convivencia mutua y armoniosa”. Sobre la realidad de Sudán del Sur La imagen que a menudo se proyecta de Sudán del Sur es la de una realidad devastada por la guerra civil. Es cierto que este país del este de África ha estado luchando por encontrar su estabilidad debido a los conflictos internos que la asolan. En cualquier caso, hay, como nos reconocen los que están sobre el terreno, motivos para la esperanza y la paz gracias, en buena parte, a los esfuerzos de reconciliación que la Iglesia está llevando a cabo para ayudar a reconstruir la nación. Según las estadísticas, Sudán del Sur tiene una población de unos 12 millones de habitantes repartidos en los diez estados del país. Juba, la capital, es la más poblada de todas las ciudades, con aproximadamente más de medio millón. Este año, el Papa Francisco realizó una histórica visita apostólica a Sudán del Sur del 3 al 5 de febrero. En la actualidad existen siete diócesis católicas (Wau, Malakal, Torik, Yei, Rumbek, Tambura-Yambio y Juba), una de las cuales es archidiócesis. Wau es el primer territorio eclesiástico y el más evangelizado, con quizá el mayor porcentaje de presencia de la Iglesia católica y de institutos religiosos. Yambura-Yambio es también muy católica, con muchas vocaciones de las que proceden nuestros hermanos y estudiantes. Malakal es la más rural de todas las diócesis y es escasamente católica, necesitada de una evangelización primaria. La fe católica llegó a Sudán del Sur de la mano de los misioneros combonianos hace más de 150 años.

  • El P. Daleng visita a la comunidad agustiniana de Hipona: "Son una referencia en momentos difíciles"

    El P. Edward Daleng, asistente general para África, realizó en nombre del prior, P. Alejandro Moral, una visita canónica de renovación a la comunidad agustiniana de Hipona En lo alto de una de las colinas que circundan la ciudad de Hipona, la actual Annaba, se alza imponente la Basílica de San Agustín, cuya magnífica iluminación hace que incluso de noche pueda observarse desde distintos puntos de la ciudad. Y es precisamente en este lugar sagrado donde la comunidad agustiniana de Annaba, formada por tres hermanos, ejerce uno de sus principales apostolados: recibir a peregrinos y visitantes que acuden en busca de consuelo espiritual, paz o sentido de la vida, incluso para fieles de otras confesiones. Como relata el P. Daleng, “además de la acogida, otra misión de dicha comunidad es la custodia y presencia continua en la Basílica, donde acompañan a los jóvenes universitarios que vienen de diferentes países del África subsahariana para estudiar, atienden a la feligresía u ofrecen asistencia espiritual a las Hermanitas de los Pobres, a los presos y a los emigrantes que tantas veces se encuentran desamparados y necesitan consuelo y cobijo.” Son muchos, ciertamente, los que encuentran en estos frailes un punto de referencia al que acudir en momentos de dificultad. Del mismo modo, el asistente general para África, resalta la relación cordial que existe entre el Ordinario del lugar y los hermanos, marcada por un buen espíritu de trabajo y comprensión mutua con los demás religiosos de la diócesis, el clero local y los fieles de la diócesis de Constantin-Hippone. Así, con motivo de la festividad de San Agustín, el 28 de agosto, se celebró en la Basílica una misa solemne presidida por el obispo Nicolas Lhernould a la que asistieron algunos religiosos y religiosas, estudiantes y fieles locales. En su homilía, el Obispo se centró en la oración de las comunidades cristianas primitivas, invitando a sus fieles a dejarse inspirar por el espíritu agustiniano de preocupación por los demás y de la necesidad de caminar juntos como miembros de una única familia cristiana. Recordó, asimismo, como refiere el P. Daleng, “la importancia de extraer algunas lecciones del obispo Agustín, como el trabajo por el buen orden en la sociedad, por la armonía y por la unidad de los fieles de Cristo, la Iglesia, y la salvación de las almas”. En palabras del asistente general “fue un singular privilegio haber visitado y celebrado la fiesta de San Agustín en la tierra donde vivió y ejerció su ministerio, donde su memoria nos recuerda sus obras, enseñanzas y ejemplo, que aún hoy brillan en la Iglesia”.

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