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Visita canónica al Vicariato de Kenia: la historia de un trabajo codo con codo con la Iglesia local

Del 26 de noviembre al 14 de diciembre, el asistente general para África, el padre Edward Daleng, junto al ecónomo de la Curia General, el padre Franz Klein, realizaron una visita canónica a los frailes del Vicariato de Santa Rita, en Kenia

Fue un momento de renovación, de encuentro con los religiosos de las siete comunidades del vicariato y también de la Casa del Convento Internacional San Agustín, así como con todos los estudiantes de las casas de formación.


Tanto el padre Daleng como Franz Klein pudieron conocer de primera mano las diversas actividades apostólicas, como la pastoral parroquial, la guardería y la escuela primaria, o las obras sociales y la formación de estudiantes, en las que los miembros del vicariato están comprometidos y ejercen como parte de su servicio a la Orden y a la Iglesia en este país africano.


Situación del Vicariato


El Vicariato es una circunscripción en rápido desarrollo y expansión y cuenta con treinta y tres profesos solemnes, trece profesos simples, tres novicios y catorce postulantes. Las vocaciones son abundantes y van en aumento. Los hermanos esperan diversificarse e implicarse más en el sector educativo, donde hay más necesidades.



Avances en la parroquia y la escuela de primaria


Según nos ha podido informar el propio padre Daleng, la comunidad de Baba Dogo mantiene sus esfuerzos por mejorar el ritmo de desarrollo de la parroquia. Los feligreses se han embarcado de lleno en la construcción de un bloque administrativo, movilizando recursos entre la comunidad y de manera interna, lo que permite ver con esperanza los próximos pasos a seguir.


Por otro lado, en Kisumu, los frailes han llevado a cabo una campaña de recolección de donativos con el fin de poder construir un nuevo templo, del que ya se han puesto los cimientos, y se está trabajando para la puesta en marcha de una guardería/escuela en un terreno adquirido por la Orden. La guardería Denis Mason, hoy por hoy, no es más que “una tienda improvisada” que espera poder asentarse, ya que es el único proyecto educativo existente en la zona.


Tal y como afirma el padre Daleng, “el objetivo de esta iniciativa de los hermanos de la comunidad no es otro que poder contribuir al crecimiento de los niños. Se trata de un punto estratégico”.




La Orden en Kenia: codo con codo con la Iglesia local


Los hermanos de Kebenet se dedican a la agricultura y a las plantaciones de té al mismo tiempo que ayudan a la Iglesia local con la administración de un centro escolar. Al igual que en Mbwiru, el principal apostolado que se aborda es el trabajo parroquial, visitando a los enfermos y ancianos en los hogares y puestos de los pueblos y aldeas. También se ofrece un acompañamiento cercano a las agustinas misioneras de Mariani y a las monjas contemplativas de Kitale, mediante un servicio de capellanía para la atención de las necesidades espirituales de las religiosas.


Por su parte, los hermanos de la comunidad de Ishiara, además de las actividades pastorales, participan en un programa de desarrollo social gracias al apoyo de los misioneros irlandeses Misean Cara, especializados en trabajar sobre zonas de enorme inestabilidad y precariedad, que es precisamente de lo que adolece Ishiara, donde, debido a su naturaleza árida, el pueblo sufre una grave escasez de agua.


Los universitarios de Trocaire llevaron a cabo un proyecto de irrigación, que posteriormente retomó Misean Cara, que lo amplió para cubrir áreas de capacitación mediante la formación de los lugareños en técnicas de agricultura moderna, plantación, ganadería, apicultura, etc.


Esto, tal y como han podido comprobar los agustinos en la zona y el propio consejo general durante esta visita canónica, ha repercutido positivamente en el bienestar de la gente y ha mejorado las condiciones de vida de comunidades a las que la Orden ofrece todo su apoyo, especialmente en la administración de los sacramentos y el acompañamiento espiritual.




El P. Daleng, ya de vuelta en Roma, ha querido agradecer de forma especial “a los hermanos y hermanas del Vicariato por todo el buen trabajo de testimonio y evangelización que están realizando en nombre de la Orden y, también, por la cálida hospitalidad que nos han dispensado en el transcurso de este ejercicio fraterno”.


Esto es la Iglesia. Esta es la Orden de San Agustín, que camina de la mano de sus hermanos con paso firme y dos objetivos claros: mejorar la vida y salvaguardar la dignidad de las personas que allí viven, y acercarlas, en libertad, al encuentro con el amor de Cristo.


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