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Noviembre

5 de noviembre | Beato Mariano De La Mata, presbítero

Nació en una sencilla familia cristiana de Barrio de la Puebla de Valdavia (Palencia, España), en 1905. Tres hermanos suyos ingresaron antes que él en la Orden de San Agustín. El P. Mariano estudió en Valladolid y La Vid (Burgos) y fue ordenado sacerdote en 1930.

Después de dos años en España, embarcó a Brasil donde desplegó una extensa actividad apostólica en la educación y, sobre todo, en la asistencia diaria a los pobres, los enfermos y los niños.

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El P. Mariano fue un santo de lo cotidiano. De carácter firme, pero generoso y sensible. Amable y cercano en la relación personal. Devoto fervoroso de María, enamorado de su sacerdocio y del ministerio sacerdotal, amante de la Eucaristía que celebraba con singular devoción.

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Murió el 5 de abril de 1983. Fue beatificado el 5 de noviembre de 2006 en la catedral de São Paulo, en Brasil, por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para los Santos que presentó al nuevo beato diciendo:“El padre Mariano fue pobre con los pobres, humilde con los niños y sensible con los enfermos y los ancianos, trabajador con los alumnos, los fieles y la asociación de las Oficinas de Santa Rita, misericordioso con los penitentes, puro de corazón, pacífico en la comunidad de los religiosos agustinos y en su familia, superando las dificultades con la oración y el sacrificio, dirigiéndose constantemente a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación, hasta el momento en que dejó esta vida”.

Sus restos descansan al lado del altar de su querida Virgen de la Consolación, en la Iglesia de San Agustín de São Paulo.

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7 de noviembre | Beata Gratia de Kotor, religioso

Nació el 27 de noviembre de 1438 en Muo, población situada en el fondo de la bahía de Kotor (Montenegro). Gracia era un hombre de mar y vivió entre comerciantes, marineros y pescadores de las costas dálmatas hasta la edad de treinta años. En uno de sus viajes entró en un templo de Venecia y le conmovió tanto el sermón pronunciado por el agustino Simón de Camerino, que decidió entrar en la misma Orden. Como no había manejado demasiado los libros, fue aceptado de hermano no clérigo en el convento de Monte Ortone, cerca de Padua, que se distinguía por su celo disciplinar.

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El hermano Gracia trabajaba en la huerta. Su ciencia fue Dios, la belleza, los frutos del campo, el trabajo como si fuera un deber de oración y de alegría. Abundan relatos sobre su austeridad de vida y la fama de su santidad. Se distinguió por su humildad, espíritu de penitencia y amor a la Eucaristía. Cuando ya había cumplido setenta años, enfermó gravemente y murió el 9 de noviembre de 1508 en la isla de Murano, junto a Venecia. Los restos mortales del beato Gracia fueron trasladados a la iglesia de Muo, lugar de su nacimiento, y allí son venerados.

León XIII confirmó su culto en 1889.

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8 de noviembre | Beatos Avelino Rodríguez y compañeros, mártires

La persecución religiosa que tuvo lugar en torno a la Guerra Civil española de 1936 a 1939 dejó un río de sangre martirial. Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos murieron en defensa de la fe. En las filas agustinas destaca el obispo Polanco y los procesos de cinco grupos que fueron aprobados por el Papa Juan Pablo II el 11 de marzo de 2005.

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El grupo más numeroso está compuesto por 65 religiosos del Monasterio de El Escorial (Madrid), 10 agustinos de Uclés (Cuenca), también 10 de Caudete (Albacete), 9 de Gijón y Santander, y 4 de Málaga.

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La fría estadística no puede olvidar la generosa entrega de religiosos agustinos de las edades más diversas y comprometidos con empeños pastorales también diferentes.

Fueron beatificados, junto a otro grupo de mártires españoles –hasta un total de 498–, el 28 de octubre de 2007 en la Plaza de San Pedro por el Cardenal Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, José Saraiva Martins, en representación del Papa Benedicto XVI.

Los mártires están por encima de las trágicas circunstancias de su muerte y de las páginas sombrías de la historia. La entrega de su vida es un claro testimonio de amor, de perdón y de paz.

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Nov 13 | Todos los santos de la Orden

Dios es el Santo y quien hace a los santos. Asomarse a la galería de los santos es ponerse en contacto con las obras de arte más preciadas de la historia de la Iglesia. No es que fueran toca- dos por el Espíritu de Dios o se posaran sobre sus cabezas lenguas de fuego y nada más. En medio de esa Iglesia que es roca de salvación y piedra de escándalo, creyeron en el acontecimiento salvador de la encarnación, amaron la hermosura siempre antigua y siempre nueva de Dios, sirvieron a Jesucristo en los pobres y enfermos.

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La lista de santos y beatos pertenecientes a la Familia Agustiniana es larga. Además de San Agustín y santa Mónica, santa Rita de Casia, santa Clara de Montefalco, santa Magdalena de Nagasaki, san Nicolás de Tolentino, santo Tomás de Villanueva, san Alonso de Orozco, san Juan de Sahagún, san Juan Stone, san Ezequiel Moreno..., hay que contar con un grupo numeroso de beatas y beatos.Y a ellos hay que sumar una multitud innominada de hermanos y hermanas que nos esperan en la patria del cielo a quienes todavía formamos la Iglesia peregrina.

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Tuvieron, ellos y ellas, las fuerzas justas, combatieron a diario el egoísmo para mantener limpio el corazón, se fiaron de Dios sin condiciones. Es una gracia hacer con ellos el camino de la esperanza hasta la ciudad de Dios. Ahora –como escribe san Agustín– busquemos juntos creyendo, para que después disfrutemos viendo. Conoceremos a Dios tan claramente, que lo veremos en espíritu cada uno de nosotros, lo veremos en los demás, lo veremos en sí mismo, lo veremos en el cielo nuevo y en la tierra nueva, y lo mismo en toda criatura existente. Allí descansaremos y veremos; veremos y amaremos; amaremos y alabaremos...

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La fiesta de todos los santos de la Orden Agustiniana, se celebra el día 13 de noviembre por ser la fecha del nacimiento de san Agustín.

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Nov 29 | Beato Frederico de Regensburg (Ratisbona), religioso

Nació en Ratisbona (Alemania) y entró en el convento de agustinos como hermano no clérigo. Ocupó los días y las horas de su vida en hacer bien las tareas más sencillas e imprescindibles del convento: trabajar como carpintero y proveer la casa de leña para el uso cotidiano.Todo ello unido a una profunda religiosidad, una humildad callada y una ardiente devoción a la Eucaristía.

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Pasó tan desapercibido por el corredor de la historia que nadie se ocupó de escribir la crónica de su vida. Donde falta información documentada las leyendas se multiplican. Una de ellas habla de que un día no pudo asistir a la misa conventual y un ángel le dio la comunión en el lugar donde se hallaba trabajando. El narrador medieval presenta así las virtudes y los ideales religiosos del hermano Federico. No venció a nadie con las palabras, convenció a todos con su vida y los biógrafos subrayan su obediencia, su delicadeza con los demás, su caridad con los pobres y su amor ferviente a la Eucaristía. “El beato Federico sirvió a la comunidad en los diversos oficios encomendados, anteponiendo siempre el bien común al propio, que es el carácter distintivo de la caridad cristiana, según nos enseña san Pablo y nos recuerda san Agustín en la Regla” (P. Clemente Fuhl, Prior General OSA).

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Murió el 29 de noviembre de 1329. El Papa san Pío X lo proclamó beato el 12 de mayo de 1909. Sus restos se veneran en la parroquia de santa Cecilia, en Ratisbona.

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