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Abril

Abril 23 | Beata Elena de Údine

Elena Valentini nació en Údine –bella ciudad italiana de ambiente prealpino–, en torno a 1396. Se unió en matrimonio con el aristócrata Antonio Cavalcanti hacia 1414 y fueron padres de seis hijos. Después de enviudar en 1441, determinó ser terciaria agustina. La palabra vibran te del agustino Ángel de San Severino la animó a entregarse a una vida dedicada al ejercicio de la caridad con los necesitados. Como laica agustina llevó la penitencia hasta el extremo, cambiando de forma esencial su anterior forma de vida.

A pesar de su delicadeza de espíritu, no le faltaron crisis y momentos de turbación personal que sirvieron para medir su fortaleza de ánimo y la hondura de sus convicciones. Quiso imitar a Jesucristo y toda mortificación le parecía insuficiente. Soportó pacientemente una dolorosa enfermedad en los tres últimos años de su vida. A causa de la fractura de los dos fémures en 1455, pasó sus últimos años postrada en un humilde lecho, en serena y paciente espera de la muerte, acaecida el 23 de abril de 1458. El evangelio era su delicia. Amaba de corazón a la Orden. Se distinguió por un gran espíritu de penitencia, obediencia, humildad, la devoción a la pasión del Señor, amor a la Eucaristía y por la entrega al prójimo.

Fue enterrada, inicialmente, en el rincón de la iglesia de santa Lucía donde en vida solía abandonarse a la contemplación, oculta en el pequeño “oratorio” de madera que se había hecho construir para librarse de la admiración y de la curiosidad de los fieles.

Después de diversos traslados, sus restos mortales fueron colocados en la catedral de Údine, donde, desde 1845, están expuestos a la veneración de los fieles. El beato Pío IX confirmó su culto en 1848.

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Abril 24 | Conversión de nuestro Padre San Agustín

Durante la Vigilia Pascual del año 387, en la noche del 24 al 25 de abril, Agustín fue bautizado por san Ambrosio, obispo de Milán. Hoy, los restos de san Agustín se veneran en la Basílica de San Pedro in Ciel d’Oro de Pavía, en Italia. El 22 de abril de 2007 visitó este lugar Benedicto XVI y, ante los fieles allí reunidos, se refirió a las tres grandes etapas o tres conversiones de Agustín.

La primera conversión fundamental fue el camino interior hacia el “sí” de la fe y del bautismo. Agustín fue siempre una persona inquieta. Quería encontrar la vida verdadera y no vivir a ciegas, sin sentido y sin meta. La gran lucha interior de sus años juveniles fue conocer a Dios, familiarizarse realmente con Jesucristo y llegar a decirle “sí” con todas las consecuencias.

La segunda conversión de Agustín hay que situarla después de haber recibido el bautismo. El año 391 fue a la ciudad de Hipona para encontrarse con un amigo, a quien quería conquistar para su monasterio. En la liturgia dominical que se celebraba en la catedral,Valerio –obispo de la ciudad– manifestó públicamente su intención de elegir a un sacerdote para que le ayudara en la predicación. Los asistentes se fijaron en Agustín y fue aclamado como candidato al sacerdocio. A partir de entonces, aceptó ser sacerdote como servicio a la Iglesia.

Hay una tercera etapa decisiva en el camino de conversión de san Agustín. Unos veinte años después de su ordenación sacerdotal, Agustín escribió un libro titulado Retractaciones, donde revisa de modo crítico las obras que había publicado y añade algunas enmiendas. Escribe: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden es la oración diaria de la Iglesia” (cf. Retractaciones I, 19, 1-3). Agustín había aprendido la humildad y la misericordia.

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Abril 26 | Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo

Madre del Buen Consejo es uno de los títulos marianos más venerados por la Familia Agustiniana. La tradición asocia esta advocación a dos lugares geográficos: Scútari, en la frontera norte de Albania, y Genazzano en Italia. La Señora de Scútari o Señora de los albaneses, es un fresco que, según cuentan los lugareños con emoción, abandonó espontáneamente el templo donde se encontraba cuando Albania fue invadida por los turcos y llegó hasta la villa medieval de Genazzano.

Los agustinos se encontraban en Genazzano ya en el siglo XIII, pero tenían su monasterio fuera del pueblo. Un siglo después, fueron llamados para regir la iglesia parroquial en el centro de la villa. Comenzaron a restaurar el templo y a construir un nuevo convento con la ayuda del pueblo y, sobre todo, por la generosidad de una piadosa mujer –Petruccia de Genazzano– que invirtió sus riquezas en la obra. El día 25 de abril de 1467, fiesta de san Marcos, al caer la tarde, sucedió algo extraordinario en la iglesia que estaban levantando. Lo narraba así el agustino P. Ambrosio de Cori, Provincial de la Provincia Romana: “Una imagen de la Santa Virgen apareció milagrosamente sobre la pared de la iglesia”. A partir de este momento, se suceden las peregrinaciones desde las ciudades de Italia y se contabiliza un número extraordinario de gracias y milagros por intercesión de María.

El Papa León XIII elevó el Santuario a la categoría de Basílica Menor el 7 de marzo de 1903, y el 22 de abril del mismo año introdujo en la letanía del rosario la invocación Madre del Buen Consejo.

San Agustín comenta: “Grande es en todo Santa María, pero más grande por ser discípula de Cristo que por ser madre del mismo Cristo. Bienaventurada es en todo Santa María, pero más feliz por llevar a Cristo en la mente que por engendrarlo en el vientre” (Sermón 25,7).

El buen consejo de María lo encontramos en la escena evangélica de las bodas de Caná: “Haced lo que él os diga” (Jn 2, 5). María, primera seguidora de Jesucristo, nos ofre- ce a Jesús en su regazo como maestro, camino, verdad y vida.

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