La huella geográfica de San Agustín en ciudades y lugares de todo el mundo
- José María Sánchez Galera
- 20 mar
- 4 Min. de lectura
El tiempo que vivió san Agustín fue una época de cambios y controversias. El Imperio Romano se dividió entre el Oriente griego y el Occidente latino, la ciudad de Roma fue saqueada por Alarico, y las disputas entre paganos y cristianos adquirieron nuevas perspectivas. La propia vida de Agustín, tal como se refleja en sus Confesiones, es un ejemplo de mutaciones y conflictos internos: desde el maniqueísmo hasta el episcopado, desde Tagaste hasta Milán y luego a Hipona. Fruto de su experiencia y de sus obras, no sólo se ha afianzado la Orden que lleva su nombre, sino un amplio número de localidades a lo largo del mundo en que se intenta observar cómo desde la ciudad humana se intenta aspirar a la ciudad definitiva. La obra literaria del santo supone un esfuerzo interior y constante de búsqueda de la verdad, de la paz y de desvelamiento de los falsos ídolos. Un rasgo que puede observarse en la huella geográfica.

Uno de los municipios más antiguos que debe su nombre a san Agustín es San Agustín de Guadalix, que hasta 1916 se llamaba simplemente San Agustín. Situado en la zona norte de la Comunidad de Madrid, sus inicios datan de la época celtíbera, con una suficiente continuidad durante los siglos de dominación romana, visigoda, musulmana y desde la Reconquista. Sobre el cerro más alto de este pueblo se encuentra la parroquia de San Agustin, de un sobrio estilo renacentista del siglo XVI, aunque parece que debió de empezar a construirse dos siglos antes. Cuenta con dos naves, una estructura de mampostería y una esbelta torre de cuatro cuerpos. A lo largo de estas centurias, la parroquia ha sido testigo de todo tipo de avatares, incluyendo la destrucción de su pórtico original durante la invasión napoleónica.

Otra localidad con solera histórica es San Agustín de la Florida, que pasa por ser la ciudad más antigua de los Estados Unidos. Fundada a mediados del siglo XVI, vivió desde el primer momento acontecimientos bélicos. Con todo, a finales del siglo XVII, este municipio sirvió de lugar en donde podían refugiarse los esclavos que huían de las colonias británicas situadas al norte. Las condiciones de la esclavitud bajo dominio español resultaban más livianas que bajo dominio inglés —porque podían casarse legalmente, optar a la manumisión por su cuenta, disponer de propiedades, e incluso recurrir a los jueces— y, además, la Corona hispana concedió la libertad a muchos de estos fugados, con la condición de bautizarse católicos. De manera que incluso llegó a erigirse el primer asentamiento en el que la población afroamericana pudo alcanzar la libertad en Estados Unidos: el Fuerte de Santa Teresa de Mosé, a unos tres kilómetros al norte de San Agustín. Por otro lado, la ciudad dispone desde sus comienzos con una iglesia en honor al santo de Tagaste que, desde el siglo XVIII se construyó de nuevo y en la actualidad es la Catedral basílica de San Agustín.

América, tanto en el Norte, como, sobre todo, en el Centro y el Sur, es un continente donde el nombre de San Agustín abunda. Por ejemplo, es la denominación de una ciudad del estado mexicano de Jalisco, fundada en el siglo XVI sobre asentamientos prehispánicos aún visibles, como una pirámide. Por supuesto, en esta localidad hay una iglesia de San Agustín, reconstruida hace un siglo. Sin embargo, destaca la iglesia de misma denominación en Guadalajara, la capital del estado. Se trata de un monumento histórico que comenzó a edificarse a finales del siglo XVI y que terminó de construirse al cabo de cien años. De estilo barroco, formaba parte del convento agustino cuyas instalaciones hoy forman parte de la Universidad de Guadalajara.

En Colombia se halla, por ejemplo, San Agustín (departamento de Huila), municipio que quizá tuviera presencia de la Orden en el siglo XVI o XVII, aunque también es probable que su nombre se deba al obispo Agustín Gormaz, nacido en Coruña del Conde (Burgos, España), y fraile agustino. En esta localidad abundan los restos arqueológicos y, de hecho, se caracteriza por su riqueza patrimonial precolombina. Por otro lado, en Argentina, una de las poblaciones llamadas San Agustín es la villa situada a pocos kilómetros de la frontera con Chile, dentro de la provincia de San Juan. Fundada en el siglo XVIII, creció en torno a una parroquia de idéntico nombre que el pueblo.

En el otro extremo del planeta, en Filipinas, y más en concreto en la isla de Mindanao, se localiza otro municipio llamado San Agustín. Existen otros lugares de igual nombre en ese país, como en la isla de Luzón, pero este sitio tiene la particularidad de que escogió su denominación hace más de medio siglo, cuando la ciudad de Oteiza pasó a llamarse San Agustín, en honor de su patrón. En el continente donde nació el santo, el nombre de Agustín es el de muchas personas en países como Kenia, donde se encuentra el seminario mayor de San Agustín, uno de los cuatro principales de esta nación, y situado cerca de Uganda y del lago Victoria. Asimismo, en el extremo sur de África se puede admirar la catedral de San Agustín en Port Elizabeth, de inspiración neogótica y lustrosas vidrieras. En sus inicios, a mediados del siglo XIX, era una parroquia que atendía al medio centenar de católicos de esta ciudad sudafricana. Con el tiempo, la comunidad fue creciendo y en 1939 el templo fue consagrado como catedral; en 1951 se erigió la diócesis de Port Elizabeth.
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